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EDITORIAL





           Y VOLVIMOS A


           besarnos




                                      Fotografía:   SENCHERMÉS







           M                esas viejas historias que cuentan las





                             e imagino en el futuro a mis nietos
                            riéndose, oyendo con incredulidad

                           abuelas y que suenan tan lejanas.

           - Claro, y ahora nos vas a decir que en las bodas no se
           daban besos.

             Tendré que enseñarles fotos, fragmentos de series o
           películas para que me crean. Y tendré que explicarles que,
           así de golpe, un misterioso virus terminó con esa costumbre
           tan mediterránea de besarnos y abrazarnos. El enemigo
           era minúsculo e invisible. Las calles quedaron desiertas, las
           oficinas se vaciaron, los colegios se cerraron. El miedo al
           contagio nos apartó y el mundo se convirtió en un lugar de
           caras enmascaradas y alcohol hasta en la sopa. Como extras de
           una película apocalíptica. Un mundo donde darse la mano era
           un gesto de confianza extrema y donde hablábamos a dos metros
           de distancia (apuesto a que distancia social será la palabra del año
           elegida por Fundéu).
                                                                                                     Mascarilla de
             También les hablaré de los ensayos clínicos con humanos, de las                      LA CONDESA y,
                                                                                                    a la izquierda,
           terapias y de la vacuna, estoy segura. Y de las cosas buenas que nos trajo la            modelo con tul
           Covid-19, de las lecciones de solidaridad silenciosa, de pequeños y grandes         bordado de MIGUEL
           gestos de esperanza, de héroes médicos que no llevaban capa. La pandemia               MARINERO (35€)
           cambió las prioridades y los días de confinamiento nos marcaron para siempre.

             Pusimos nuestras vidas en pausa, pero luego las recuperamos. En la reclusión  aprendimos
           el verdadero valor de la libertad, de encontrarnos unos con otros, hartos de videollamadas. Aquel primer
           día que pisamos de nuevo la arena de la playa. El reencuentro con los amigos en una terraza veraniega.
           La celebración de un aniversario con toda la familia. Les hablaré de cuando volvimos a besarnos desde un
           lugar distinto, más conscientes de su valor y de lo mucho que lo necesitamos para sobrevivir.




                              Juana Camps





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