Enrique Hernandis, el “Dudamel valenciano” en el Festival Internacional de Jazz

Comparte el Artículo

El concierto representó una perfecta simbiosis entre el Jazz y lo clásico, entre el Sistema de Venezuela y la tradición de Valencia.
Porque la música clásica no solo vive de los clásicos populares por un lado, ni de la vanguardia por el otro. La mezcla de estilos, de manera lógica y artística –que no experimental– también forma parte del repertorio en las salas de concierto internacional.

Un modelo internacional: Estados Unidos como ejemplo

De hecho, esta fusión estilística es una de las características más comunes en la programación habitual de las grandes orquestas sinfónicas de los Estados Unidos.
Simplemente hay que echarle un vistazo a la programación de la LA Philharmonic de los últimos cinco años. Y eso es porque, a diferencia de Europa, la aceptación de estilos musicales en EE.UU. es mucho más abierta y sin “reparos” a la hora de programar conciertos, bien sea por los propietarios de las orquestas o por los propios directores.

En el país de los rascacielos cualquier estilo puede ser válido, siempre que la audiencia lo apruebe, ya que ésta es la que sufraga el concierto.
Y ello choca frontalmente con las posibles experimentaciones artísticas del viejo continente, donde el riesgo de dicha aprobación es más relativo, al tratarse mayormente de fondos públicos. Y digo mayormente.

El arte dentro del arte

Por eso, dentro de las Artes, existe el Arte musical, y dentro de la música están los estilos, todos artísticos, por supuesto.
Pero dentro de los estilos, existe un último arte, posiblemente el más polifacético y escondido: el arte de la mixtura de esos estilos.

Y esa combinación de estilos necesita de artistas con una formación, bagaje y proyección lo bastante amplia y cualificada como para poder dominar tantos campos musicales paralelos al mismo tiempo.

El concierto: una fusión real en el Festival de Jazz de Valencia

Dentro del 28 Festival Internacional de Jazz de Valencia, el pasado domingo 13 de julio, se produjo todo esto dicho:
Actuaron la orquesta de los solistas de la Orquesta de Valencia, bajo la batuta del valenciano Enrique Hernandis, junto al trompetista venezolano de Latin-jazz Chipi Chacón, actuando como solista de un cuarteto de jazz que lo acompañaba, con canciones que eran en su mayoría covers de obras clásicas, arregladas por Chacón.

 

Una alquimia sonora entre Venezuela y Valencia

Llegados a este punto, el producto era el siguiente:
Nueva música Jazz del Sistema de Venezuela –origen tanto de Chipi como de Gustavo Dudamel– puesta en manos de la Orquesta de Valencia.

Más allá de la brillante actuación de la OV y del talento de Chipi Chacón a la trompeta, había que resaltar el minucioso trabajo artístico que nadie ve:
El de compensación, estructuración, orquestación precisa y sinfonismo de la batuta, o mejor dicho, desde la tarima del director.

La clave: Enrique Hernandis y el arte de unir mundos

Hernandis tuvo que saber unir sin fisura alguna los diferentes estilos, porque esa era su función en ese concierto.
Y lo logró. Supo mezclar a la perfección ambos mundos artísticos en un solo cuerpo sonoro, dando a la luz más brillo.
Demostró conocer a la perfección tanto la tradición musical clásica como el complejo lenguaje del Jazz americano, dos campos que él mismo está habituado a trabajar desde la dirección, la orquestación y la composición musical.

Comparte el Artículo