Adriana Ugarte, premio Especial del festival de Cine Antonio Ferrandis

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Adriana Ugarte es, además de una de las actrices más polifacéticas de este país, una persona cercana y natural, alejada de lo socialmente establecido.

Se muestra pensativa al reflexionar sobre los temas y cuestiones que plantean las producciones que ha protagonizado. Que no son pocas. Desde aquel 2006 y su “Cabeza de perro”, drama por el que fue candidata al Goya a la mejor actriz revelación, su vida ha sido para ella una carrera de fondo, y no siempre en la cresta de la ola, emocionalmente hablando. Tras algunos años haciendo papeles secundarios en cine y televisión, fue el personaje de Victoria Márquez de la Vega en La Señora el que la hizo saltar a la fama en el mundo de la televisión, y la llevó a protagonizar El Tiempo entre costuras, encarnando a Sira Quiroga, trabajo que le dio proyección internacional y nos cautivó, haciéndonos vivir una de las historias que marcó un hito en la televisión española.

Julieta fue su papel estrella en el cine, lo que ya la adentra en el universo femenino de Pedro Almodóvar, y la lleva a hacer uno los viajes interpretativos más intensos de su carrera.

Celosa de su intimidad, poco convencional, y con cierto aire romántico, nos cuenta cómo se siente al recibir el premio Especial del festival de Cine Antonio Ferrandis a su trayectoria profesional.

 

Adriana, lo primero de todo enhorabuena por el premio Especial del festival de Cine Antonio Ferrandis, que además este año se celebra el centenario del nacimiento del actor. Otros años compañeros tuyos como Carmen Machi, Hugo Silva, Emma Suarez, Javier Gutiérrez o Nacho Fresneda recibieron este mismo premio ¿Qué significa para ti este reconocimiento?

La verdad es que me llena de ilusión. Siento una gratitud profunda porque si de alguna manera mi trabajo puede servir para generar algún cambio, el que sea, emocional en otra persona, para mi ya es un triunfo y un logro. Además que tantas personas se pongan de acuerdo y consideren que mi trabajo y mi carrera ha merecido la pena, es para mi una inyección de muchísima energía. Porque al final el gran sentido de mi trabajo, además de que a mi me guste, es ofrecer algo a los demás.

Estamos en Paterna, que parece que últimamente está muy vinculada al cine, ya que fue donde Pedro Almodovar rodó algunas de las escenas de su última película “Dolor y Gloria”. Tu protagonizaste la cinta anterior del cineasta manchego, Julieta, junto a Emma Suarez. ¿Cómo es formar parte del universo de Pedro? ¿Cómo es rodar con él?

Bueno, Julieta para mi significó muchas cosas. Fue una montaña rusa. Desde el primer casting hasta que supe que el director de ese proyecto era Pedro Almodovar, y casi me da un ataque al corazón. Conocerle, observarle, ensayar con él, y sobre todo escucharle mucho, e intentar adivinar qué quería, qué no le gustaba. Mi intención siempre era hacer bien el trabajo, que no se agobiara y de que él estuviera satisfecho y no se arrepintiera de haberme elegido (se ríe). Pedro es un director que está  muy implicado en cada decisión. He trabajado con directores maravillosos con una hondura emocional absoluta, pero es verdad que era la primera vez que trabajaba con un director que, desde el punto de vista técnico y logístico, es responsable de cada mínima decisión. El bolígrafo que lleva el personaje, la pulsera que va a llevar la protagonista, e incluso un llavero que no se verá en plano se elige entre 50 llaveros. Creo que hacer este trabajo con el que te implicas tanto con cada decisión es agotador. Y yo no quería suponer un cansancio añadido.

“Julieta” es un personaje muy intenso emocionalmente. ¿Fue muy difícil ponerte en su piel?

Fue complicado porque la idea era que el personaje evolucionara desde los 18 hasta los 43, y que llegara a tener una hija de unos 10-11 años y, claro, yo era más joven que ahora (se ríe)

Al final, fue un salto bastante radical, ya que era hacer una orquilla bastante amplia y buscar que en todas las etapas de personaje existiera una coherencia y una verosimilitud. Pero con Pedro trabajas tranquilo a todos los niveles, ya que al estar tan implicado y tan encima de cada detalle, sabes que no lo va a descuidar. Te puede gustar más o menos el resultado pero cada toma de cada plano que se plantea de cada secuencia tiene un sentido, un objetivo y se ha elegido así por algo. Hay un punto que te dejas llevar y confías porque es una persona que tiene las ideas muy claras.

Ahora mismo te encuentras inmersa en el rodaje de la serie “Heridas”, junto a María León. ¿Cómo es rodar con ella? ¿Habías rodado con ella antes?

No habíamos rodado juntas. Pero, en realidad, coincidimos muy poco, ya que el hilo conductor de la historia es Paloma, una niña interpretada por Coset Silguero, que hace que todos los adultos a su alrededor reaccionen y de alguna manera hagan una catarsis personal.

Mi viaje empieza llevándome a Coset del lugar en el que vivía, y la madre de ella, que es Maria, nos va a estar buscando. Así que nos cruzamos muy poco, pero por las veces que hemos coincidido, me parece que estamos llevando a cabo un trabajo interesante, intenso, con mucha implicación por todas las partes. Creo que los directores están muy implicados y preocupados porque cada secuencia mantenga el tono esperado en toda la serie y que el drama esté bajo control, porque es muy intenso lo que sucede y el equipo esta velando por un carácter más cercano. Para mi el trabajo esta siendo muy positivo.

“Heridas” esta inspirada en la serie japonesa Mother y en la turca Madre, que por cierto ha sido una de las más exitosas de estos años. ¿Qué nos puedes contar de esta historia? ¿Tiene muchos puntos en común con ellas?

El tono es más cercano a la japonesa.

En ella interpretas a Manuela, una joven ornitóloga que vive aislada sin querer recordar el pasado. ¿Cómo ha sido meterse en la piel de este personaje?

Está siendo duro, la verdad. Es un personaje muy traumatizado y muy enmarcado por varios dramas y momentos de abandono y de rechazo que ha vivido en su vida. A veces, esas heridas acaban acompañándote toda tu vida, a no ser que te asomes profundamente a ellas. Y hay veces que ante las heridas uno reacciona paralizándose, tratándolas, sanándolas y otras personas hacen una especie de huida hacia delante, y a saltarse muchas líneas rojas que al final pueden poner en peligro a muchas personas. Creo que Manuela, por alguna razón, pierde la cabeza por un sentimiento de arrebatamiento con la niña. Actúa por impulso, desde una necesidad y dependencia emocional con ella. Es un personaje que empieza roto y que inconscientemente acaba rompiéndose cada vez más.

Es un personaje duro, pero al mismo tiempo para mi es muy gratificante ya que es un reto en el que aprendes mucho y pruebas muchas cosas. Además estoy con un equipo maravilloso.

¿Crees que es necesario contar historias así, tan duras?

Es un preguntón, ya que te podría responder rápido, fácil y complacientemente que si, que es necesario, que nos hace reflexionar y nos cura nuestro propio dolor (se rie). Pero en realidad la respuesta es si y no. Hay una parte que si que es necesario, que hay que asomarse a la destrucción y a la miseria ajena para que sirva de espejo, dar un paso y mirar hacia dentro y, quizá, preguntarnos que estamos haciendo con nuestra vida. Pero creo que al final hay que combinar y que tenemos que ver productos que nos hagan sentir, reflexionar, sanar, y que también que nos acompañen y que nos hagan pensar y divertirnos. Y que nos hagan ser más agradecidos con la vida y con la suerte que tenemos. Creo que a veces hay un exceso de drama. Y lo que me preocupa es que se pueda crear una especie de tolerancia a la violencia que es muy peligrosa. Como cuando vemos las noticias, por ejemplo, que hay tanto suceso que al final ya nada te sorprende y creo que esto es muy delicado. Esta inmunidad al drama a veces puede crear el efecto contrario. Por eso, es interesante que exista esa variedad de temas.

¿Se arriesga actualmente con personajes e historias potentes?

Creo que al final la ficción refleja muchas veces los momentos culturales que nos rodean. Ahora estamos viviendo un momento en el que la mujer por fin se empieza a empoderar, se posiciona y habla públicamente de los abusos que ha recibido a lo largo de su vida. O las insinuaciones, momentos extraños, que creo que nos han pasado a un 99.9% de las mujeres. Hay menos tabú a la hora de hablar de esto, y ahora hay más producciones que reflejan estos temas.

¿Y eso es positivo?

Claro, es positivo. Es importante hablar de muchas cosas a la vez, para no insensibilizarnos.

Antes, el cine que veía de pequeña era un cine con menos censura que ahora. Parece que ahora nos atrevemos a hablar de más cosas, pero creo que hablamos de muchas menos.

¿Hay cierto bienquedismo? ¿Parece que hablemos de más cosas, pero desde el punto de vista correcto?

Absolutamente. No nos atrevemos a caer mal, a hablar sin tapujos. Hay producciones que ahora no podríamos hacer. Ahora casi hay que pedir permiso para casi todo, y estamos haciendo ficción. Hay una falsa liberación. Vivimos unos tiempos un poco atrapados.

Y con las Redes sociales crees que pasa lo mismo.

Si, es otra falsa liberación. ¿De que sirve que en una red social puedas aparecer en bikini? Eso no significa necesariamente libertad. Es interesante plantearse si eso lo haces porque realmente quieres o porque seguimos atrapadas en algo. Es decir, si de verdad es tu libertad y los sientes así perfecto, nadie tiene derecho a opinar negativamente de eso. Pero hay que ver la motivación, si ese es un espacio de libertad o un espacio en el que busco que me llenen la autoestima.

Claro, porque al final las redes sociales se convierten en un sitio donde buscamos siempre la aprobación de los demás.

Claro.  Porque ¿qué hago sin no me aprueban los demás? ¿Qué genera en mi? Si realmente te da igual, no hay problema, pero ¿y si no? Pero casi nunca nos da igual, porque sino no estaríamos tan pendientes del teléfono. Son focos en los que somos muy esclavos. Pero sin acritud, yo estoy a favor de esas necesidades de libertad, pero es interesante plantearse por qué necesitamos mostrarnos tanto, y para qué. Qué estamos buscando.

Eres una actriz polifacética a la que no se le resiste ningún medio y que te atreves con todo. Cine, TV, teatro, ficción sonora (Guerra 3)… ¿Qué te queda por hacer?

No me atrevo con casi nada (se ríe). Me queda todo por hacer. Me queda aprender a disfrutar más.

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