Desde la coctelería Varsovia (una de las localizaciones más icónicas de la película), charlamos con Arturo Valls, junto al director Javier Polo y los actores Marta Belenguer, Lorena López y Raúl Navarro.
Una comedia negra, luminosa y surrealista que ya acumula nominaciones y excelentes críticas por su forma única de retratar, con humor y mucha personalidad, las pequeñas miserias cotidianas.
¿Cómo estáis viviendo la acogida de Pequeños Calvarios?
Javier Polo: Estamos muy expectantes. Las críticas que nos llegan son muy positivas y eso nos hace muy felices. Es una comedia que creo que nos va a sentar bien, porque vivimos tiempos oscuros y necesitamos desconectar y pasar un buen rato.
Marta Belenguer: Pero también hace pensar, ¿eh? No se queda solo en la risa. Tiene capas, no es una comedia facilona. Te ríes de ti mismo, pero también te deja dándole vueltas a algunas cosas.
Arturo Valls: Me hacía mucha ilusión rodar en Valencia, con un equipo y un director valencianos. Tenía ganas de rodar “en casa”, con esa luz maravillosa que tenemos aquí, que Javier ha sabido aprovechar de forma espectacular.
¿Cómo definiríais el tono de la película?
Marta Belenguer: Es una comedia ácida, negra, pero muy luminosa. Habla de zonas oscuras del ser humano con una estética exquisita.
Javier Polo: Yo la llamaría tragicomedia negra, con grandes dosis de surrealismo. A veces incomoda al espectador, pero eso es parte del juego: te mete el dedo en la llaga y te obliga a pensar mientras te ríes.
Lorena López: Creo que todas las historias están llevadas al extremo. Las obsesiones se estiran hasta el límite y eso provoca una mezcla de risa y desconcierto. Tiene ese punto de realismo mágico que te deja un poco alucinando.
Javier, ¿de dónde nace la idea de Pequeños Calvarios?
Javier Polo: Es una especie de autorretrato de la sociedad y de las miserias cotidianas. Todos tenemos nuestros pequeños calvarios, esas cosas que nos agobian cada día. Me parecía interesante observarlas, imaginarlas en la intimidad. Si hubiera una cámara oculta, se verían escenas como las de la película.
Además, hay un personaje, el Relojero, que representa esa figura que nos “pincha”, que nos lleva al límite. Es como un vudú: pincha al muñeco y empiezan a pasar cosas. Gracias a él, las historias acaban siendo inesperadas y rompedoras.
La película utiliza un humor negro y ácido. ¿Cómo creéis que conectará con el público?
Arturo Valls: Yo creo que mola ofrecer algo diferente. Cuando vienes de ver comedias más blancas y te encuentras con algo más absurdo, negro y ácido, te sorprende. Habla de nosotros mismos, de las ansiedades y pequeños calvarios del día a día, pero con una puesta en escena colorista. Ese contraste entre lo oscuro y lo luminoso me encanta.
Raúl Navarro: A mí me gusta llamarlo “humor de rascadita”. Rascas un poco y hay una heridita debajo. No es una comedia cómoda, pero sí arriesgada. Yo intento interpretarlo desde un tono realista, viviendo las situaciones de verdad, y creo que eso llega al público.
Javier Polo: Ese humor incómodo es lo que me interesa. Es una manera de reflejar nuestras miserias, pero con empatía. Te ríes, pero también te reconoces.
En la película habláis de manías y calvarios. ¿Cuáles son los vuestros?
Arturo Valls: No soy muy maniático, pero sí tengo mis calvarios. En casa no puedo silbar porque hay alguien con misofonía. Yo soy muy alegre, me gusta cantar, pero enseguida me dicen: “por favor, cállate”. Incluso mi hijo ya me lo dice, pero eso es porque es adolescente.
Lorena López: Mi peor manía… tengo muchas, pero una de las que más me molesta es escuchar a gente sorbiendo la sopa. Eso me pone… muy nerviosa. Y luego, los ruidos histriónicos de un bar donde hay mucho jaleo, donde parece que todos estamos gritando, me volvería loca.
Javier Polo: A mí no me gusta la gente que dice que se va… y no se va. Es como… ¡Por Dios! No me lo digas más veces, vete de una vez.
Si tuvierais que definir la película en una frase, ¿cuál sería?
Marta Belenguer: ¡Es súper guay! ¡No te la pierdas!
Javier Polo: Una gamberrada mediterránea muy terapéutica en estos tiempos.
¿Y si la película fuera una canción?
Arturo Valls: Yo diría Vivir así es morir de amor, de Camilo Sesto. Tiene ese punto mediterráneo que encaja perfectamente con la peli.
¿Qué mensaje esperáis que se lleve el público?
Raúl Navarro: Creo que cada espectador lo interpretará a su manera, pero ojalá sirva para que veamos nuestros propios calvarios con más humor.
Arturo Valls: Que no nos agobiemos tanto con las pequeñas cosas. La vida son dos días, y hay que aprender a sobrellevar los calvarios con una sonrisa.

















