De Reyes, ascensores y globos antilusión

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¡¡Ya vienen los Reyes!! Qué nervios, qué estrés, ya no queda nada para verles en la Cabalgata. Finalmente parece que acompañados de la Virgen y San José, cosa que me parece muy bien. Y sin animales, cosa que me parece todavía mejor.

Aunque puestos a eliminar, yo terminaría de raíz con los globos ‘antilusión’ que venden alrededor. No importa lo fuerte que los agarres, ni los nudos que hagas en la manita del niño. Cuando menos te lo esperas, saldrán disparados hacia arriba, perdiéndose en la estratosfera y dejando caritas de anti-ilusión por donde pasan.

Al año siguiente piden globos de nuevo. Como no, con el reto de llevarlos hasta casa sanos y salvos. Lanzamos una batería de ideas para amarrarlos. Incluso consienten en no portarlos ellos mismos. Decidimos engancharlos con fuerza al carro y os debo anunciar ¡Que sí se puede! Algunos llegan a casa. Siempre que vuestros ascensores no sean de puertas plegables tipo acordeón y tengan unas dimensiones razonables.

Subes al ascensor con los globos, e inexplicablemente las puertas se cierran, con alguna dificultad. Sin embargo abrirse ya no se abren.

Y ahí estás tú, en un ascensor diminuto con puertas de acordeón, los niños, el carro, distintas bolsas que cuelgan del carro (es una ley no escrita, vayas donde vayas y vengas de donde vengas, siempre hay bolsas colgando del carro), y los piiiii globos. Todos atrapados. Las puertas haciendo amagos de abrirse en vano, porque no tienen espacio. Lloros, sudores, tacos… Y después de 14 intentos de colocación estratégica de los globos sin resultado, llega la decisión final: hay que sacrificar uno si queremos salir de aquí algún día. El globo, o nosotros.

Mordisco al globo, plofff, ataque de risa, gritos, más lloros. Libres al fin. Minutos tragicómicos by Le Confident.

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