Susana Fortes: «Siempre me ha apetecido más vivir una novela que contarla”

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Charlamos con Susana Fortes sobre la vida, la literatura y su última obra, Nada que perder. No os perdáis la entrevista.

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Susana Fortes, natural de Pontevedra, es escritora, articulista y durante años profesora de Historia del Arte en Valencia. Con su primera novela Querido corto maltés obtuvo el premio Nuevos Narradores. También fue finalista del Premio Planeta en 2003 con Fronteras de arena, mientras que su novela Esperando a Robert Capa ha sido traducida a más de quince idiomas y fue premio Fernando Lara en 2009. Ha publicado recientemente Nada que perder, una novela ambientada en Galicia que nos muestra como la desaparición de dos niños pequeños a finales de los años 70 trastoca la vida de Blanca, la única superviviente de este suceso. Poco a poco, se van desgranando los secretos de un misterioso núcleo rural, donde todos ocultan algo, recorriendo los caminos engañosos de la memoria y los tabúes de una sociedad hermética. Hemos charlado con ella de la literatura y de la vida.

¿Cómo te sientes antes de que salga definitivamente cada novela, qué dejas de ti en ella, y qué deja ella en ti?

En esta en concreto… Es una sensación de despedida de algo en lo que has estado metida durante mucho tiempo, una sensación contradictoria, aunque, en el caso de Nada que perder, el sentimiento fue de alivio, ya que el final costó y fue difícil de amarrar. 

¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Tienes manías a la hora de escribir? 

Escribo por las mañanas en completo silencio y en soledad. Pongo el móvil en modo avión y, después de desayunar (si no, no soy nadie, risas). También me descalzo y procuro tener todos mis libros y documentación a mano. 

¿Cómo surgió la idea de comenzar a escribir esta novela? 

En mi infancia, mi abuela, que era una excelente narradora oral, nos contaba muchas historias de niños desaparecidos, perdidos, en la desembocadura del Miño… Estos recuerdos los conservaba en la recámara, incluso los nombres de los niños los tenía grabados. Durante un viaje a Laguardia, viendo aquella naturaleza poderosa, esa fuerza ingobernable y potente, tuve claro que al regresar escribiría esta novela. La comencé sólo con imágenes: una furgoneta, una pista forestal, un cobertizo, los niños… Los escritores, no sabemos el tema de la obra hasta que ponemos el punto final. Tampoco es bueno que así sea, porque si el escritor no descubre nada durante el proceso, los lectores, tampoco. 

¿Cómo fue el proceso de construcción de personajes? 

Me costó encontrar la voz narrativa, pero me decidí por Blanca, con una personalidad desdoblada, la única superviviente del suceso acecido durante el verano del 1979, en el que desparecieron sus dos amigos. Nada que perder no es una novela policiaca estándar, ya que está guiada por una investigación periodística. No creo en las fichas de personajes ni en los maniquíes. Los personajes crecen de forma natural: es un proceso bonito y enriquecedor. 

¿Cómo fueron tus inicios?

Con mi primera novela, Querido corto maltés, me estrené y gané el Premio Nuevos Narradores. A partir de ahí, crees (quizá erróneamente) que hay una demanda y unas expectativas creadas, y lo vives con horror porque tienes miedo a defraudar y mucha presión. Pero siempre me he planteado nuevos retos y he tocado distintos palos, como novela histórica, policiaca o el biopic.

¿De dónde sacas la inspiración para las historias y los personajes?

Las historias, el material narrativo, va cosiéndose y viene de pocos sitios: de la vida, que se transparenta en tus libros; de la vida de los otros; y de tu educación sentimental (los libros leídos, las películas o series vistas, los viajes, las reflexiones…). 

¿Cuántas historias tienes en el cajón? 

Las historias que van surgiendo, las escribo y las publico. Nunca he tenido nada guardado en el cajón.

¿Qué le dirías a alguien que está empezando o que quiere ser escritora? 

Que se tome su tiempo, que dedique horas y esfuerzo a la lectura, que tenga confianza y mucha constancia (la transpiración, que decía Picasso). Hay que tocar a diario la historia, aunque sea para tirar el material a la papelera. Y la reescritura es fundamental: “hay que escribir como dioses y corregir como esclavos”. 

¿Cuál es el género donde te sientes más cómoda?

 La novela en la que mejor me he desenvuelto ha sido Esperando a Capa: conocía los personajes y la época, pisaba un terreno seguro, con una documentación de la historia muy sólida. En cambio, en el género policiaco estoy más insegura, aunque me guste como escritora ir atando cabos con el lector o que él ate cabos con ella. Hay que poner emoción en las historias y contar con el lector. 

De niña, ¿cómo te imaginabas en el futuro?

 Me imaginaba aventurera y viajera, recorriendo el mundo, sus cordilleras, desiertos y selvas. Me apetecía más vivir una novela que contarla.

 

Nada que perder

Último libro leído. El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero. 

Serie. Happy Valley. 

Película que te haya impactado. As Bestas.

Canción que te haya marcado. Girl from the north country, de Bob Dylan

Un día de la semana. El miércoles. 

Una estación. Las estaciones de transición: primavera y otoño. Un olor de la infancia. La cocina de casa, con mi abuela cocinando filloas

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