Jorge Lawerta

Jorge Lawerta: «Las RRSS proporcionan muchas herramientas pero también más competencia»

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Hablamos con Jorge Lawerta, ilustrador y diseñador gráfico, un auténtico apasionado de su profesión, desde bien pequeño.

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¿Crees que desarrollo de la creatividad es mayor sin aparatos electrónicos?

Nunca se sabe, habría que probar a volver y darnos una tablet para sacar conclusiones. Pero, lo que tengo claro es que es algo que siempre me ha gustado y me ha llenado muchísimo. Ha estado ahí muy presente.

Has vivido en diferentes lugares, ¿qué te ha llevado a todos ellos?

Sí, he vivido en lugares como Nueva York y Buenos Aires, y lo que me ha llevado hasta allí es un mix de todo. En el momento me marcho a Nueva York, después de 3 años de trabajo en mi estudio, se me abrió la posibilidad, surgió un contacto allí que me invitó a probar y a trabajar allí. Surgió en el momento oportuno. No es que quisiera como tal, aunque obviamente es una ciudad muy grande, pero más bien es algo que surge. Como ilustrador, me pareció muy buena idea ir allí, el visitarla, conocerla, y mucho mejor con gente allí, con familia y amigos.

¿Y de que te sirvió?

Esta experiencia me sirvió para confirmar que Valencia era el lugar en el que quería estar. Nueva York es una ciudad muy difícil. Ya no sólo a nivel legal o de permisos, también en lo económico, en el día a día… A nivel profesional no me resultó un antes y un después, aunque remarco que todo aporta y todo suma. Pero, sobre todo, a experiencia vital, dices “vale, ya he probado a vivir en Nueva York y me he dado cuenta que de dónde estoy realmente a gusto es en Valencia». Valencia tiene ritmo, el día a día, la manera de vivir aquí… No está ni cerca de lo que puede ser vivir en una MacroUrbe como puede ser Nueva York. No se trata únicamente del clima ni del sol, va más allá.

En tus ilustraciones aparecen muchas cara, ¿qué importancia tienen para ti?

Pues, se debe a la atracción que siento por las personas. Reconozco que muchas veces, cuando voy por la calle, me quedo mirando a gente y fijándome en ellos para poder dibujar. Desde siempre me ha atraído bastante, y con el tiempo ha sido una manera de practicar. Al final uno acaba dibujando lo que más cómodo le resulta, y fue un poco la manera de decir «voy a salir de ahí». Las personas no salen siempre de la misma manera, ni con la misma actitud, esto se convierte en un vicio para mí, y al mismo tiempo me ha permitido tener mi propio discurso, y que se me conozca por ello. Desde un punto de vista creativo, he hecho más retratos de los que hubiese querido, porque es lo que la profesión me ha demandado.

¿Qué puedes contarnos respecto a tu trabajo sobre Berlanga?

El encargo salió por parte del estudio Daniel Ibáñez, que les encargaron realizar la imagen del centenario. Y en lugar de utilizar una foto, que ya está muy manido, pues decidieron realizar un retrato, una ilustración , y que sirviese como marca. Tuve la suerte de poder disfrutar mucho del proceso y del resultado. Posteriormente, me encargaron otro retrato para la revista Cinemanía. En menos de un año lo ilustré dos veces.

¿Cuál es el proceso creativo de tus creaciones?

Están los procesos propios y las creaciones por encargo. Son las dos líneas que tengo. Desde el punto de vista personal y de autor, uno tiene su propia necesidad de crear su proyecto personal, que no tiene muchos más recorrido que poder realizarlo y quizá poder venderlo. Pero luego, obviamente en el día a día, están los encargos. El enfoque en ambos casos es completamente diferente. Cuando te llega un encargo, hay un punto de partida, hay unas bases, hay un mandatorio. Me pueden limitar el uso de los colores, los elementos, lo que quieren y no quieren que aparezca… Muchas veces con los clientes es más fácil porque hay unas directrices y te acotan tanto que la solución te la están dando casi sin dártela. No puedo hacer esto, y tampoco puedo hacer esto, pues al final tengo que hacer esto. Cuando un autor se enfrenta a un papel solo, sin tantas restricciones, tiene muchas más dudas, más miedos e indecisiones. Nadie puede juzgar ese trabajo.

No podría escoger una de esas dos líneas porque disfruto por igual los dos procesos, aunque muchas veces se tienen ganas de hacer algo a nivel personal, se sabe que se quiere hacer algo, y tengo que encontrar tiempo. Pero, también es muy divertido cuando un cliente te propone un reto, esa especie de búsqueda de solución, esa necesidad de comunicar algo con ciertos elementos… Intentas llegar a la mejor solución para todas las partes aunque no sea perfecta. Se trata de un proceso de descifre que, según el momento y el día, resulta igual de excitante y atractivo.

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Valencia Club de Fútbol (VCF) ha sido cliente tuyo, ¿eres muy futbolero?

Siempre he sido muy futbolero. Aunque el entorno actual no me motiva lo más mínimo, pero me queda el recuerdo de lo que era el fútbol antiguo, lo que me gustaba a mí del fútbol… el fútbol antiguo sin dinero, ni patrocinadores, acciones, compradores, etc. Con el tiempo me he ido desinflando. Pero, aún así, tuve la ilusión de trabajar para “mi club”, y decir, “tengo esta capacidad, ¿por qué no utilizarla e intervenir en el club que me gusta”. Siempre estuve llamando a la puerta del club, mandando portfolios, mis trabajos… Mis ganas de poder colaborar. Hubieron un par de trabajos previos, algunos pequeños que no llegaron a ver la luz.

Llegó esa oportunidad con el final de La Copa del Rey. Me dio una alegría inmensa, porque además, a la gente le encantaba cómo había quedado mi trabajo, fue muy bonito. Además, el trabajar para el VCF ayuda a abrir puertas, porque da a conocer tu trabajo, mucha gente que quizás no lo conocía y no conocía la ilustración. Te da la posibilidad de que esa gente diga «existe la ilustración, existe este ilustrador», y posiblemente puedas ver algo más que te guste, que no sea sólo el fútbol. A nivel repercusión de medios, redes sociales, fue abrumador.

Trabajaste con Jesús Terrés, ¿cómo fue ese proyecto?

Sí, hicimos La Guía Hedonista, fue un proyecto que, al igual que el cartel de La Cabina, se ha ido convirtiendo en fetiche para mí. Realicé las ilustraciones del 2021. Fue como un capricho, yo quería formar parte. Entonces, recibí el encargo con total libertad, y disfruté muchísimo. A raíz de este proyecto, surgieron muchos más, conocí restaurantes, etc.

¿Qué opinas tú del mundo digital?

Tanto las herramientas como las redes sociales, ambas proporcionan muchas ayudas, pero también generan más competencia. Es similar al diseño, antes no habían suficientes herramientas. Ahora, la apertura y democratización de eso, con redes sociales y millones de ilustraciones, está muy bien y es impresionante. Visto como una profesión, e incluso como una forma de vida en la que te vas enterando de las tendencias y lo que se está haciendo, es cierto que vives en tu burbuja de ilustrador y crees que el mundo ahí fuera está pensando en ti. Pero, por otro lado, al mismo tiempo es desbordante ver la cantidad de talento, la gente que dibuja. Obviamente tiene su lado bueno y su lado malo. Y muchas veces nos olvidamos de hacer cosas fuera de una pantalla. Nadie ve mi trabajo físicamente a no ser que realice una exposición. Tiene un poco de frialdad. Todo se diluye, es efímero. Así que, por una parte, te abre muchas puertas porque tiene ese poder de visibilizar tu trabajo, pero por otra te preguntas si entre tanto contenido, alguien verá el tuyo. Es una sensación algo agobiante el tener que estar contando y subiendo cosas continuamente, el que más ruido hace es el primero. Siento que me genera un poco de ansiedad el tener que desmotar continuamente que hago cosas.

 

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