Entrevista a Christian Checa, Hugo Welzel y David Valero por ‘Enemigos’

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Música urbana, barrio, violencia, bullying. Una historia cruda y potente que retrata, con una mezcla de dureza y sensibilidad, lo que callamos, lo que nos duele y aquello que nos ha marcado para siempre. Los actores Christian Checa y Hugo Welzel, junto al director David Valero, presentaron ayer en Kinépolis en Valencia Enemigos. Apunta la fecha: estreno 9 de mayo en cines.

ENEMIGOS trata temas muy potentes como el acoso, la violencia o el perdón. ¿Qué fue lo que te inspiró a contar esta historia?

David Valero: Realmente, mi inspiración proviene de muchos lugares, pero creo que la principal raíz está en mi adolescencia. Soy de San Vicente del Raspeig, y en mi entorno había un chaval que ejercía acoso. Era una persona muy violenta y maltrataba a varias personas de mi alrededor. De hecho, para que te hagas una idea del impacto que tuvo en mí, hasta la cuarta versión del guion aparecía su nombre, pero lo quitamos por cuestiones legales. Creo que desde ahí nace mi necesidad de entender de dónde viene la violencia, cómo alguien podía ejercer tanto odio… Con el tiempo, investigando, supe que esa violencia venía de su entorno familiar y eso también me hizo reflexionar mucho.

De hecho, al principio vemos como El Rubio tiene cierto estigma de “chico malo”, que incluso puede llegar a caer mal. Pero con el tiempo logras conectar emocionalmente con el espectador. ¿Cómo ha sido la construcción de tu personaje?

Hugo Welzel: El regalo que me encontré al leer el guion fue precisamente eso. Un personaje que no se queda en la superficie, que no es “el malo” y ya está. Es un personaje escrito y dirigido con mucha profundidad, alguien que tiene matices, sus razones, sus heridas. No se trata de distinguir entre “este tío es el malo, así que ódialo” o “este es el bueno, así que quiérelo”. Y eso te permite, como espectador, decidir si puedes empatizar o no con él, como pasaría con cualquier ser humano.

Precisamente vemos cómo los personajes vienen de mundos totalmente opuestos y eso se refleja muy bien en la fotografía. ¿Cómo ha sido llevar esa dualidad a la pantalla?

David Valero: También se refleja muy bien el contraste entre las dos familias. La de Chimo tiene un ambiente mucho más luminoso, todo está cuidado, ordenado, bien colocado… incluso la luz que entra por la ventana aporta una sensación de armonía.

En cambio, nosotros planteamos la casa de El Rubio como “la boca del lobo”: un espacio recargado, sucio, con mucho contraste. De hecho, en esa casa todo tiene un tono azulado, que transmite frialdad. Pero cuando entras en su cuarto, se vuelve más cálido, más íntimo, porque es el único lugar donde puede refugiarse de su día a día. Todo este juego de contrastes busca resaltar las diferencias entre los barrios, y también aprovechar la luz natural de Alicante, que es maravillosa. Lo siento, pero como alicantino tenía que decirlo (risas).

Vemos que vuestros mundos son muy distintos, pero hay un punto en común: la música urbana. ¿Qué papel creéis que juega en la historia?

Christian Checa: Yo creo que la música es el punto de unión entre los dos personajes. Aunque venimos de contextos muy distintos, compartimos esa pasión. Dentro de eso, cada uno tiene sus preferencias: a mí me gusta más la vieja escuela, se me asocia un poco más con ese estilo, mientras que el personaje de Hugo está más conectado con las últimas tendencias, más cercano al trap, por ejemplo. Al final, lo importante es eso: cómo la música sirve como vía de escape, para desahogarse y dejar atrás ciertas situaciones. También es una herramienta para volcar lo que llevamos dentro, eso es clave en la historia.

Hugo Welzel: Es una imagen preciosa de lo que significa el arte. Al final es un espacio común donde, solo por el hecho de ser humanos, ya tenemos algo que compartir. Es el punto de encuentro de todas las clases sociales, de lo bueno y lo malo, de lo que nos une. En ese sentido, la música —especialmente la urbana— tiene ese valor. No necesitas una gran voz para expresarte, solo ideas, una libreta y las ganas de soltar todo lo que llevas dentro, con la rabia o la emoción que necesites.

David Valero: Al final, el arte es una forma de canalizar y transformar nuestras emociones. Cada persona encuentra una vía para expresarse: puede ser a través de la literatura, del cine, de la música… Es una forma de sublimación, de transmitir aquello que muchas veces no somos capaces de decir con palabras.

El cine, por ejemplo, me permite expresar cosas que no podría verbalizar directamente. Y lo mismo ocurre con otros lenguajes: el boxeo, por ejemplo, puede ser la vía para que una persona violenta, que no sabe cómo gestionar su energía, la canalice de una forma no destructiva. Quizás el Rubio, podría haber volcado esa energía así y habría sido un gran boxeador (risas).

A nivel interpretativo destacaría esa rabia contenida que transmitís, especialmente en los momentos tensos. ¿Cómo ha sido preparar ese tipo de escenas desde la interpretación?

David Valero: Cuando conoces a Cristian, te das cuenta de su gran trabajo como actor, porque su energía es muy distinta a la de Chimo.

Christian Checa: Yo tengo mucha mala hostia, hablando mal y pronto (risas). Fue un proceso de encontrar el punto vulnerable del personaje, algo que, hace años, yo veía como una debilidad. Sin embargo, con el tiempo, entendí que la vulnerabilidad, cuando la reconoces y la expresas de manera honesta, en realidad es una fortaleza.

Para mí, eso fue lo primero y más importante: conectar con David, con Hugo, y encontrar la esencia del personaje. Alexandra Alonso también jugó un papel importante en esto, porque me ayudó a entender por qué el personaje hace lo que hace, qué lo mueve a actuar de esa manera. Había cosas que no entendía, y me costaba mucho encontrarles sentido, pero David nos dio mucha libertad para dialogar y explorarnos.

Tuve que separar mi propia persona del personaje, lo cual siempre es difícil, y darle toda la honestidad posible.

Hugo Welzel: El Rubio se construye a partir de todo lo que ha mamado: su familia, su entorno… Todo eso lo ha llevado a convertirse en alguien que huye completamente de la vulnerabilidad. Para él, lo único que vale la pena es mostrarse fuerte. El Rubio es el más fuerte, nadie puede con él, y esa es su manera de comunicarse y de relacionarse con el mundo, porque así le han enseñado.

Pero todo cambia cuando empieza a ver de verdad, porque siempre le ha tenido delante, a la persona más maravillosa de su vida: Chimo. Él le enseña lo más importante que alguien puede enseñarte, que funcionamos a base del amor.

Christian Checa: Yo quiero reivindicar que, además de poner el foco en quien sufre el bullying, también es importante centrarse en lo que vive su entorno, especialmente la familia. Porque una persona que te quiere —una madre, por ejemplo— que ve a su hijo sufrir, lo vive de una forma brutal. Muchas veces, como hermano, yo he pensado: “Prefiero que me hagan daño a mí antes que a él”. En ese sentido, lo que hace Estefanía es precioso. Su interpretación tiene una ternura y un diálogo muy potente. Y lo mismo con Luna: ambas aportan una profundidad emocional que atraviesa.

Vosotros ya habíais hecho cine antes, pero ¿qué habéis encontrado en esta película que no habíais vivido en otros proyectos?

Christian Checa: Un punto de vista nuevo ante un problema que ya existe. No es la típica historia sobre el bullying. Sí, tiene esos elementos: la música urbana, los chavales, el barrio… pero en realidad habla de mucho más. Va más allá de la superficie y se adentra en los vínculos, en lo que hay detrás de cada personaje. Eso la hace especial.

Hugo Welzel: Para mí, el cine perfecto es esa mezcla entre un mensaje con sentido y profundidad —propio del cine independiente— y la visibilidad, el ritmo y la cadencia del cine más comercial, que permite que todo el mundo pueda conectar con la historia. Eso es Enemigos. Es una película que nace del cine independiente, del universo documental de David, pero que se cruza con un lenguaje más accesible sin perder nunca su esencia.

Se cuenta algo tan importante como la raíz del odio, de forma directa, humana y con muchísima sensibilidad. Si nos atreviéramos a actuar con un poco más de empatía, de amor, todo sería mejor. Ese mensaje es universal y profundamente necesario.

Christian Checa: Y a David… que gracias y que nos vemos en la siguiente.

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