JAVIER RUIZ

Javier Ruiz: Los periodistas tenemos que ocuparnos de formar, no de adoctrinar

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Tenemos el placer de entrevistar en persona al polifacético periodista valenciano, Javier Ruiz (Valencia, 1973) y comprobar algunas de las razones de su éxito. Frescura, sencillez, cercanía, humor y claridad, son virtudes de las que hace gala con envidiable naturalidad y una voz radiofónica que envuelve su discurso con convicción y elegancia.

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Tenemos el placer de entrevistar en persona al polifacético periodista valenciano, Javier Ruiz (Valencia, 1973) y comprobar algunas de las razones de su éxito. Frescura, sencillez, cercanía, humor y claridad, son virtudes de las que hace gala con envidiable naturalidad y una voz radiofónica que envuelve su discurso con convicción y elegancia. Después de haber pasado por buena parte de las más importantes redacciones de España, Ruiz asienta su experiencia periodística en este ensayo que ahora presenta, Edificio España: El peligro de la desigualdad, una aproximación social que ahonda en la brecha económica que separa a unos españoles de otros en la actualidad. Con él hablamos de medios de comunicación, rigor, y desigualdad.

Tu libro, Edificio España, es una metáfora sobre la brecha entre ricos y pobres a partir de un ascensor social averiado. Cuéntanos qué nos vamos a encontrar en él.

Sobre este edificio podemos hablar en ‘economisto’ o en castellano (se ríe). Yo intentaré hablar en castellano. Este ensayo pretende terminar con la idea de las dos Españas, de rojos y azules, para, más bien, definir este edificio en términos de ricos y pobres. Cada piso, desde el ático social hasta el sótano, es un 20% más pobre, y es en este último donde la gente vive cada vez peor. Por el contrario, en el ático, se vive cada vez mejor. Tenemos un problema grave de desigualdad, donde en el sótano necesitan más y en el ático tienen cada vez más.

¿Y qué pasa en medio de este edificio?

Lo que ocurre en el centro es que resulta muy fácil caer al sótano y muy difícil subir al ático. Tenemos el ascensor roto debido a dos factores: el paro y el divorcio, principalmente el femenino (mujeres con hijos que se ven abocadas a la pobreza). El edificio, visto desde fuera, está bien, pero desde dentro está profundamente tocado, sobre todo desde el tercer piso hasta abajo.

La portada de Edificio España ilustra la fachada del “13, Rue del Percebe”. ¿Crees que el libro tiene algo que ver con esto?

Es gracioso porque quién me pregunta por este “13 Rue del Percebe” sé que tiene mi edad (se ríe). Lo mejor del libro es lo que no he hecho yo, la portada (se ríe). Hablando en serio, la portada resalta la diferencia entre el estilo de vida de los de arriba, con bastante holgura, y lo mal que lo pasan abajo. Esto, fundamentalmente, se debe a tres golpes que ha recibido este edificio: la crisis del ladrillo, la crisis de la hostelería provocada por la COVID, y la crisis de precios, que pagan los de abajo en la cesta de la compra, el carburante y la electricidad, es decir, lo que consumen los pobres. Por tanto, tenemos un problema en el sótano del “13, Rue del Percebe”.

Hay una película, El Hoyo, que ilustra un poco eso. Se ve un banquete sobre una mesa, que va bajando de piso, los de arriba tienen la oportunidad de comer un poco para dejar al resto de los pisos algo, pero se lo comen todo y a los de abajo les llegan los huesos del pollo. ¿Podría ser un buen símil? ¿Tiene solución está situación?

Es una metáfora acertada, pero, por fortuna, podemos reparar esta situación: con el ascensor y el montacargas. El ascensor serían los impuestos (hay personas en España que disponen de 1000 millones de euros y que podrían contribuir más). El montacargas corresponde a la educación, estamento que debería recibir más becas y ayudas para la gente más pobre, ya que la Universidad ahora está perpetuando la desigualdad. La contribución con los impuestos del que más tiene no debería resultar ni comunista ni bolivariana. Son principios básicos de fiscalidad.

Claro, porque al final es inevitable que quién más tiene, cuenta con más oportunidades. La gente no puede estudiar si tiene que ponerse a trabajar con 16 años, ¿no?

Exacto. Hay un aspecto divertido en la labor de gobierno, y es que se legisla mejor con Hacienda que con el BOE. Dicen que los jueces son conservadores, pero claro, es que deben pasarse 5, 6 o 9 años sólo estudiando. ¿Qué familia puede permitírselo? Una acomodada, sin duda. No quiere decir que esto sea de ‘derechas’, pero sí son personas más conservadoras. La mejor Ley se hace con la chequera. Pongamos dinero para reparar el ascensor, con impuestos y educación.

¿Crees que falta educación financiera en la clase media?

Sin duda, pero el problema principal es el nivel del periodismo, que debe ser la clase de la gente. Los periodistas tenemos que ocuparnos de formar (no de adoctrinar), de informar y de entretener. Las televisiones se han centrado en el entretenimiento, pero no en la información ni en la formación. ¿Tiene la culpa la gente de no estar formada? No, la tienen los medios de comunicación. Además, al complicarse la vida, hay periodistas que no es que no quieran, es que no saben. Aparte de educación financiera, hay también un problema de educación social. Existen profesores que desde su atril no tienen el nivel para explicar, porque ellos mismos no lo comprenden. Y no deberíamos olvidar nunca las tres C de nuestro oficio: conocer, comprender y comunicar. Que el problema respecto a la educación financiera sea de los medios, no me cabe la menor duda; que sea un problema de la gente, me caben todas las dudas.

Volviendo a Edificio España ¿De dónde nace la idea de escribirlo?

Esta obra es fruto de ver la confusión ante nuevas alarmas, como la criminalidad o el aumento del populismo. Hay formaciones políticas ofreciendo barbaridades al público que, en ocasiones, compra estas ideas. Se crea una inseguridad en este sentido porque los del sótano no tienen nada que perder y a veces la desigualdad se traduce en criminalidad. Todo ello son síntomas de una enfermedad que se llama desigualdad. La gente cada vez es más pobre y los ricos cada vez son más ricos. El problema no son los granos, sino el sarampión. El libro nace para dar un repaso a esta desigualdad social, a la inseguridad y a la política de la anormalidad, porque estas formaciones, que conviven con normalidad en el paisaje social, son los hongos de la democracia.

¿Crees que el enrarecimiento en política está aumentando y hace que estemos más enfrentados?

Claro, porque los partidos políticos han descubierto un caladero que nunca había estado porque no existía ese público. Desde los 2000 ha ido aumentando la desigualdad y, a partir de 2008, se ha disparado, especialmente en la última década. Existen partidos que ofrecen culpables, no soluciones. Y este es el principal problema, ya que se nutren de las dificultades, pero no se ocupan de ellas y han encontrado un caladero de votos en el sótano social.

¿Qué futuro nos espera?

Bueno, yo soy optimista. Tomo prestada una frase de Iñaki Gabilondo que dice que: “Los pesimistas también se equivocan”. Soy optimista porque al menos el diagnóstico lo tenemos claro y, a partir de ahí, debemos exigir soluciones. Está en nuestra mano, es nuestra responsabilidad, y es evitable. Podemos aprobar y votar todo lo que deseemos, seleccionar medios periodísticos respetables y votar a aquellos que pueden arreglar las cosas y no estropearlas. Porque la realidad es que hay gente seria, además de golfos. Por favor, no premiemos a los golfos.

Hablando de medios de comunicación, ¿hacia dónde van? ¿Desaparecerá la rigidez de los boletines horarios y será todo a la carta?

Bueno, esto es como todo. Cuando llegó la televisión, dijeron que desparecería la radio. Cuando surgieron los medios digitales, que los periódicos morirían; Se equivocaron. Todo suma; todo se complementa. No renunciaremos a nuestra cita de las 15 horas o de las 21 horas. El problema es el del deadline. Antes era diario (en 24 horas debías entregar una pieza bien hecha), luego se acortó a 12 horas con la llegada de los grandes informativos, luego a una hora con los boletines horarios, y ahora con Twitter nos enfrentamos a un constante deadline al segundo. Lo que me preocupa es que esta inmediatez sacrifique el rigor y la verdad. No debemos perder las bases fundamentales del oficio: conocer, comprender y comunicar. Porque un señor con una cuenta de Twitter no es un periodista, igual que un señor con una manguera no es un bombero.

Escritor, presentador de televisión, jefe de redacción, locutor de radio… ¿Dónde te sientes más cómodo?

Llamarme escritor es muy generoso por vuestra parte, yo solo junto letras (se ríe). Me voy de casa a la televisión o a la prensa, pero siempre vuelvo a casa. Y, para mí, mi casa es la radio, aunque es verdad que cada medio tiene su afán.

 

JAVIER RUIZ
©Jeosm


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