Javier Gandía

Javier Gandía, la cuarta generación de Bodegas Gandía

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Javier Gandía, director general de las Bodegas Vicente Gandía, es la cuarta generación de una familia que se declaran viticultores desde el año 1885. Referente tanto España, como internacionalmente, Bodegas Gandía es la mayor bodega ubicada en la Comunidad Valenciana. Repasamos con el bisnieto de su fundador su origen, evolución y secreto de su éxito.

 

¿Cuál es el origen de Bodegas Vicente Gandía?

Desde el primer momento, nace con una vocación internacional. Mi bisabuelo, que era de Agullent y apenas tenia estudios, trabajó en una empresa francesa que estaba establecida en Valencia. A finales del siglo XIX hubo una gran plaga de insectos en Francia, y a raíz de ese gran problema en el viñedo francés, muchas empresas se instalaron en España, y alguna de ellas en Valencia, como en la que trabajaba mi bisabuelo. Comenzó a aprender sobre el negocio allí y cuando se vio con las fuerzas y conocimientos necesarios, fundó su propia bodega, en el Grao de Valencia. Por tanto, su origen es el Grao.

¿Cómo comenzasteis a exportar?

Comenzamos con la venta del vino en toneles, exportándolo a países como Francia, Italia, Suiza… es decir, a países productores que tenían una carencia de vino, y el negocio fue evolucionando así. Tras la primera generación, llegó mi abuelo, quien formaba parte de la segunda generación. Estudió medicina, vivió la etapa de la Guerra Civil española, y debido a la situación hospitalaria de aquel entonces, prefirió dedicarse al negocio.

¿De qué manera evolucionó el proyecto?

En sus orígenes era una bodega muy familiar, entre 10 y 15 personas, que era la media de las empresas familiares del vino. Posteriormente, comenzó a expandirse de manera internacional. Mi padre fue quien modernizó la compañía en los años 60, y la bodega creció consideradamente, en parte porque lanzamos la marca Castillo de Liria, el primer vino embotellado en la Comunidad Valenciana, que costó bastante porque todos los vinos producidos aquí eran vinos a granel y mi padre logró convencer a mi abuelo para empezar a embotellar el vino.

¿Cómo han cambiado las cosas desde entonces?

Desde la internacionalización de los años 60 hasta la actualidad, las cosas han cambiado drásticamente. Cuando mi padre comenzó, los pedidos se recibían por carta. Hoy en día, antes de realizar el pedido, ya se quiere la mercancía. El mundo ha cambiado, nos encontramos con una globalización que no tiene nada que ver con tiempos atrás.

Sois la décima empresa más antigua de la Comunidad Valenciana, ¿a qué se debe vuestro éxito?

El éxito de Bodegas Vicente Gandía durante cuatro generaciones se debe a dos razones: la primera es la pasión que nos ha movido siempre. Y la otra es la capacidad de adaptación. Hemos sido capaces de reinventarnos desde 1855 hasta la actualidad. Siempre hemos sabido leer lo que demandaba el mercado, y ser una empresa familiar también te permite también ser más ágil y rápido, con lo que la comunicación y la toma de decisiones es más fluida.

¿Cuál es la situación actual en el sector?

Nos encontramos en una etapa de máxima profesionalización y especialización de departamentos y materiales. Dado que somos una compañía vinícola con una gran expansión, ya no sólo a nivel nacional, sino también a nivel internacional, ha sido necesario ofrecer un portafolio más completo, mejorar nuestro servicio, la logística, simplificar el proceso de pago para los clientes… Antiguamente se exportaba el 90% de la producción. Actualmente se exporta el 60%. En España, el vino valenciano no tenía la repercusión o importancia que posee actualmente y este factor obligaba a irse fuera. Lo que fue una desventaja inicialmente, se convirtió en una ventaja. Con el desarrollo del sector, las inversiones y las políticas de marketing el vino valenciano se ha posicionado mejor, lo que nos permite generar cuota en España y estar en el mercado nacional. Por estas razones, vender un 40% de la producción en España nos parece bastante. Es un orgullo poder estar en tantos mercados.

¿Cómo afectó la pandemia respecto a las visitas de equipos comerciales?

Con los equipos comerciales realizamos visitas a dichos mercados de forma continua. La pandemia supuso tener que comunicarnos de forma online. Pero todavía existen mercados a los que no nos permiten viajar como lo son Rusia, China, etc. Para acceder bien a los mercados es necesario viajar, conocer idiomas, la cultura de esos mercados…

¿Y qué hay del proceso de exportación?

Tenemos un equipo de exportación de unas 10 personas que realizan un análisis sobre la demanda del mercado, lo que desean los clientes… Vendemos origen, la experiencia de un vino que envuelve a Valencia, la luz del Mediterráneo, la manera de ser de los valencianos… Es algo que gusta. Intentamos transmitirlo y no queremos perder nunca los grandes atributos de la Comunidad Valenciana y de España como país.

¿Os encontráis muchas trabas a la hora de exportar debido a que es un producto alcohólico?

El vino está considerado un alimento, lo que nos proporciona ciertas ventajas. Ha formado parte de la dieta mediterránea durante siglos. Además de eso, lo que diferencia el vino de otro tipo de bebidas alcohólicas es que es natural. Aunque es verdad que hay mercados en los que tenemos más problemas, por ejemplo, el estadounidense. La administración americana mete el vino en el mismo saco que el tabaco y las armas de fuego, lo que supone grandes trabas administrativas que dificultan la entrada. En otros países como Escandinavia o Canada sólo permiten la venta en monopolios, es decir, el alcohol está restringido a unas tiendas de licores controlados para que el precio sea alto y su consumo esté controlado para prevenir el alcoholismo. Hay otros países con altos impuestos, aranceles para los productos considerados nocivos. Aún así, el vino es un producto muy bien considerado, que tiene una cultura, y es lo que les diferencia de otras bebidas alcohólicas.

¿Crees que el vino se percibe como algo muy español?

Sí, porque fuera a España está asociada a la gastronomía y al vino, un valor que tenemos que cuidar. Los vinos franceses e italianos en el segmento premium han mejorado estos últimos años, pero España tenemos productos mejores en cuanto a calidad-precio. Tenemos el mejor vino al mejor precio.

¿Cuáles son vuestros objetivos?

En Bodegas Vicente Gandía luchamos para que se nos conozca también por ser un vino de gama alta,así que estamos trabajando en vinos premium. Hemos lanzado recientemente un vino de Tinaja, Ceramic, presentado en el restaurante Ricard Camarena, con unas botellas muy bien cuidadas. Cada vez intentamos elaborar productos más gourmet, tanto en España como en los mercados internacionales.

Cuidáis mucho el packaging, ¿es importante?

El packaging es un elemento muy bien considerado. El vino también entra por los ojos. Cuidamos el envoltorio y, en nuestro caso, queremos que el vino transmita lo mismo por fuera que por dentro, y viceversa. Si el envoltorio se caracteriza por su elegancia o su diseño, el vino esté ha de estar a la altura. La primera botella es fácil si has hecho un buen planteamiento de marketing, pero lo que tiene que hacer que el consumidor repita es el sabor y la experiencia en la copa. Son las dos cosas más relevantes en nuestra empresa.

Hay dudas sobre si podremos brindar con cava estas fiestas tras la crisis mundial del champán, ¿Qué opinas?

Podremos brindar con cava (se rie). Además el cava es una opción muy buena en relación calidad-precio, algo muy importante para los consumidores. En España se consume cada vez más, y no solo en celebraciones. El cava es también una opción perfecta en cuanto a la metodología. No sólo el cava de Bodegas Vicente Gandía, sino también el cava de Requena, ya que las viñas se encuentran a 800 metros de altitud, haciendo que las cualidades para criarlo sean muy óptimas. Los cavas valencianos pueden competir con los más espumosos del mundo. Actualmente todas las empresas miran hacia la sostenibilidad y productos de KM0. ¿Qué opinas?

Consumir productos cercanos es otra forma de mirar hacia la sostenibilidad. En la bodega hacemos grandes esfuerzos por este tema, de hecho, tenemos a una persona a cargo de la sostenibilidad y la calidad. Ya no es una moda, es una realidad. Hemos logrado la certificación ISO 14001, por el intento de reducción de huella de carbono. También elaboramos vinos ecológicos. El producto local es lo más sostenible, por ello, como consumidores, debemos concienciarnos y sumarnos a este tipo de consumo.

¿Piensas que cada vez hay más personas interesadas en el vino?

Sí, aunque que para disfrutarlo no hace falta saber de vinos. Aunque conforme te introduces en el mundo de las catas y la gastronomía es apasionante, ya que adquieres unos conceptos que te enganchan. Y eso, unido a la gastronomía, hace que seamos percibidos como un país muy preparado profesionalmente, con un gran turismo, gran clima, una gran gastronomía y grandes vinos.

¿Cómo es la etapa postpandemia?

La estamos viviendo bastante bien, ya que se está reactivando todo. Pero ahora hay nuevos retos como la cadena de suministros, escasez de materias primas, de botellas, encarecimiento de la logística, etc. Por un lado, el repunte de consumo a nivel mundial provoca retos y problemas, pero también se esperaba que se demandase producto. Remontamos a marzo/abril de 2020, en Bodegas Vicente Gandía pudimos vender a las cadenas de alimentación con gran éxito, pero también tuvimos un paro completo en la hostelería y zonas turísticas. El canal online también se activó, pero no compensó la perdida de la hostelería. Lo sufrimos, pero lo superamos con nota, porque la bodega está muy diversificada en canales y mercados. Y gracias a todo el equipo, formado por 150 profesionales que hicieron grandes esfuerzos, y fortalecieron la compañía y el negocio vinícola.

La digitalización es un factor muy importante para todas las empresas, también para las vinícolas, ¿verdad?

En Bodegas Vicente Gandía siempre hemos apostado por la digitalización y las nuevas tecnologías. Contamos con un equipo de I+D y todos los departamentos cuentan con datos, lo que ayuda a tener un orden y a manejar mejor el día a día, y que haya más cohesión y conexión de departamentos. Pero, aunque las tecnologías sean importantes, al final son más importantes las personas que hay detrás haciendo que todo sea más fácil. Las tecnologías permiten, por ejemplo en el envasado, tener un gran porcentaje de calidad y tener información constante en cuanto al sistema de almacenamiento. Refuerza a lo que realmente es importante, el factor humano.

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