Hablamos con Santiago Isla sobre su nuevo libro Los Juegos Florales

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Santiago Isla  vuelve a ser un huésped de las  estanterías con la frescura de la juventud y la elegante madurez otorgada por la experiencia y la literatura para actualizar el mito del artista moderno a través de Los Juegos Florales.

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Santiago Isla  vuelve a ser un huésped de las  estanterías con la frescura de la juventud y la elegante madurez otorgada por la experiencia y la literatura para actualizar el mito del artista moderno a través de Los Juegos Florales y de un coetáneo protagonista (Ignacio Benavides)  cuya obsesión gira en torno a la idea de la nostalgia del pasado, la desconfianza del presente y el miedo al porvenir. 

Siendo éste el estigma endémico de su propio spleen al intentar huir de un desasosiego tamizado en pequeñas promesas a las que aferrarse. Una reinterpretación del mal du siecle que contamina y se diversifica en las conciencias de la sociedad. 

Tal y como decía el citado Baudelaire “En la grandiosidad de la ensoñación, el yo se pierde pronto”.

Porque hablar con él es como viajar a través de la historia de las ideas, de la música (tiene un grupo, Chelsea Boots) y de la literatura con una mirada contemporánea.También, se nota que está leído al mencionar y citar a Pio Baroja, Gainsbourg, Oscar Wilde y algún que otro más en el torrente de reflexiones que transitan por la carretera de su cabeza. Es un joven que consigue convertirse y convertir al lector en un flaneur de los conceptos de la sociedad y en un crítico del concepto de artista, desmenuzando página tras página los clichés y sucesos que rodean a sus personajes y sentenciando a la escritura como enfermedad y remedio con prosa y cierta dosis de humor.

 


 

Me gustaría empezar por el final que paradójicamente habla del comienzo, ya que en las últimas páginas del libro se menciona que éste se escribió entre julio y diciembre de 2020 gracias a la obsesión del autor y el empeño del editor. ¿Consideras que la novela surge como respuesta a esos momentos de confinamiento en donde todas nuestras aspiraciones se estaban viendo truncadas o era algo que ya tenías en mente después de tu último libro Buenas noches (Círculo de Tiza)?

 

Curiosamente esto tiene una explicación teórica y una práctica. Mi primer libro lo publiqué en Marzo de 2020, unos días antes del apocalipsis mundial (se rie),y a pesar de toda la situación, el libro encontró un cauce para llegar a la gente de una manera muy satisfactoria. Luego, a los pocos meses de publicarlo me escribió mi editora Rosa Perez Alcalde para hablar de la posibilidad de un segundo libro. Y, quizás espoleado por esa ilusión y también por la insistencia, es cuando me decido a escribir este libro, aunque soy consciente que no es muy habitual hacerlo en un periodo tan corto.

 

Por otro lado, si que es verdad lo que dices, este libro sí que está influido más por el momento, al menos en comparación al otro, en el sentido de que no sólo lo que había pasado antes, sino también lo que estaba pasando en ese momento. Es decir, de Julio a Diciembre de 202, aunque ya no estábamos encerrados en nuestra casa sin poder salir, a mi me daba la sensación de que era una época un tanto frustrante en el sentido de que las restricciones iban y venían, y esto nos hacía sentirnos un tanto incapacitados a la hora de actuar con total libertad.

 

En el libro también recalcas la importancia del primer chispazo con la escritura (en el caso de Ignacio es el desamor) y cómo luego un poco de la suerte a la hora de que alguien se de cuenta de tu existencia como artista. ¿Cómo llegaste al mundo de la literatura? 

 

Pues es bastante  curioso, porque lo que me ha ocurrido con la literatura no tiene nada que ver con lo que nos sucedió a mí y a mis compañeros en la música. 

En el caso de mi grupo (Chelsea Boots)  sí que se ha tratado de mucho de rascar, pelear, picar piedra poco a poco y tocar en garitos vacíos. Digamos que lo típico dentro del cliché de las bandas de música (se ríe). En la literatura, sin embargo, ha sido un proceso bastante más agradecido porque con mi primer libro la oportunidad me vino a mi, y no fui yo a buscarla. En ese tiempo escribía el blog Sonajero cuando el escritor Javier Aznar se topó con él y se lo pasó a la editora de Círculo de Tiza. Tras un puñado de conversaciones me puse manos a la obra de lo que sería Buenas Noches.

Creo que en mi caso reduzco el chispazo a que simplemente disfruto mucho de la escritura, me lo paso muy bien y es una cosa que me surge de manera natural. Entonces ¿por qué no hacerlo?

 

Otro de los temas que trata la novela es la importancia de la experiencia y del conocimiento a la hora de crear (frase) ¿ Tu proceso de escritura guarda alguna relación con el que tenéis en Chelsea Boots? 

 

No tiene nada que ver. Es más, se me hace difícil compararlos. Las canciones por sí mismas se pueden bastar, tú puedes hacer un disco que sea el equivalente a un libro pero las canciones por separado tienen que tener su propio sentido y contar una historia, y en el caso de los capítulos de una novela éstos han de estar encadenados con una continuidad casi rigurosa. 

Por otro lado, a la hora de escribir canciones yo siempre empiezo por la melodía, va antes la música que la letra, y en el libro considero que  tiene que ser un todo. Porque con la música sí que hay de verdad esos chispazos en donde en 20 minutos te puedes sacar media canción mientras que en la literatura esto es prácticamente imposible. 

 

Algo un poco como lo que mencionas en el libro al hablar del error de encadenar historias a partir de una frase majestuosa…

 

Exacto, considero que es un error escribir un libro a partir de un momento de lucidez, el hecho de  buscar siempre el momento de oro, tal y como le sucede a Ignacio Benavides, en la novela y que incluso a mi me pasa, es algo muy relacionado con los escritores jóvenes, el querer lucirse y ser un poco gallo es algo que a la larga es un error. La novela tiene que basarse en la totalidad.

 

Se ha mencionado e insistido mucho sobre el tema de la frustración generacional presente en el personaje y el libro, pero ahondando más en uno de los síntomas de esa frustración que aparece en el libro ¿En qué medida crees que el ego puede ser bueno para el artista?

 

Es algo imprescindible, vamos, sin él no puedes ser artista. Pero entiende el ego no como una cosa negativa sino como parte del alimento de un  escritor. Pongamos como ejemplo mi libro, dedicar en este caso prácticamente todo tu tiempo libre a estar solo en una habitación, con una historia imaginada, tecleando y encima con la esperanza de que la gente lo va a leer y le va a interesar, requiere cierta dosis de ego y vanidad, porque sino obviamente preferiría estar haciendo otras cosas. Si no, carece de valor personal. 

 

El libro además, está cargado de referencias. ¿Dirías que es más como Jep Gambardella (La gran belleza)  al querer reinar en la sociedad que lo acoge o que opta por Baudelaire al desconfiar de ella? 

 

Bueno… Jep Gambardella es esa sociedad, está en su escenario natural. 

Por otra parte, Ignacio Benavides si que tiene un punto de artista maldito como Baudelaire pero le falta la personalidad o el criterio como para, a pesar del rechazo que despertaban en ese momento social el grupo artistas, poder sobreponerse a ello y perseverar en su visión del mundo y de hacer las cosas. Él es todo lo contrario, un tío que se derrumba en cuanto encuentra una piedrecita en el camino.

 

Porque tú, como creador ¿cuál crees que es su principal problema?

 

Aunque no se vea fácilmente en el libro, para mi lo que refleja claramente la personalidad de Ignacio al principio de todo es la cotidianeidad en la historia de amor juvenil, porque esas historias son habituales, casi todos hemos tenido un primer amor y lo  normal es que esas relaciones acaben y que con el tiempo se superen, porque obviamente es algo muy superable. Mientras que a él paradójicamente no le pasa, lo va arrastrando año tras año y se acaba nutriendo (o desnutriendo) de ese recuerdo.

 

Si no me falla la memoria hay un artículo tuyo en Sonajero donde rechazas la figura del artista como aquel que ha de sufrir para crear, algo que sí le pasa a Ignacio.

 

Claro, yo estoy totalmente en contra de esto y quizás inconscientemente el libro haya sido una manera de expresar ese rechazo. A mi me encanta Baudelaire, me encanta Gainsbourg pero no por su vida, sino por su obra que es lo que me interesa. Además, el problema con sus vidas es que muchas veces han sido tremendamente infelices. Tu lees la correspondencia de Baudelaire y te das cuenta de que su vida es una mierda. Y claro, quién quiere eso en su vida y a qué precio. Visto desde fuera claro que resultan atractivos los dandys, el París de esa época, el opio…. todo ese mundo bohemio. Pero luego ahondas y te das cuenta de que era gente muy infeliz.

 

¿Y si tuvieras una cura para tratar la frustración cual crees que sería? 

 

Bueno.. primero habría que ver el tipo de frustración o el origen de la misma, pero por ejemplo, el sentido del humor siempre es muy importante en la vida en general. A mi como espectador y lector me gusta que las cosas tengan un poquito del otro lado, es decir, si leo algo muy dramático en algún momento  ha de tener un poquito de humor y viceversa. Las cosas de un sólo color son cargantes y muy aburridas.. 

Y luego quizás, algo en lo que yo trabajo día a día  es el intentar tener tu propio criterio siempre, intentar ver a través de las críticas tanto negativas como positivas, porque ambas pueden confundir y ser un arma de doble filo. Lo de los halagos tiene su tela, no hay que acomodarse ni en el abatimiento ni en la alabanza. 

 

Hablando de halagos y críticas…¿Cómo ha sido el recibimiento del libro?

 

Pues si que es verdad que en este libro las opiniones han sido más extremas que en el anterior, he tenido las críticas más positivas como las más negativas. Mucha gente ha podido identificarse con el libro, y hay gente a la que los personajes le parecían superficiales y vacíos. Obviamente habrá gente en el medio, pero mayoritariamente ha sido algo más extremo y polarizado.

 

También es muy curioso el uso minucioso de la comida y de los restaurantes ¿era algo a propósito?

 

Lo de la comida lo utilizo como una herramienta narrativa. Cuando describes a los personajes o su manera de ser puedes aferrarte a los adjetivos característicos, que pueden ser muy explícitos o bien, puedes  hacerlo a través de otras cosas. Y en mi caso opté por los sentidos.

La comida ha sido una manera de retratar a los personajes, es decir, conocerlos a través de lo que comen y a los sitios a los que van, que también lo hago con dónde van de vacaciones en verano. Porque al final esto tiene algo de verdad.

 Aunque no lo pensemos nos retrata de una manera sorprendente el qué comemos y a donde salimos a cenar… y por eso he sido tan minucioso. Tengo que confesarte que he leído miles de menús de restaurantes para hacer el libro (se ríe).

 

Sin hacer ningún spoiler ¿consideras que los finales abiertos dan pie a la imaginación del lector a través de algún mensaje? 

 

A mi no me gustan los libros ni con moraleja ni con mensaje. Los Juegos Florales es un poco circular en el sentido de que al tratar de las decepciones y de las promesas no cumplidas, parte de un punto en donde se abren una serie de posibilidades que luego vuelven a ese punto de partida. Al final lo que quiero reflejar es que la vida sigue igual a pesar de esos momentos que pensamos que van a suponer un cambio drástico, todo es mucho más relativo. Uno de los autores que más me estimula es Pio Baroja y el decía algo así como que sus novelas eran como si cogías el tronco de la vida y le pegabas dos cortes, siendo el trozo restante la historia. Porque la vida es un poco así, la literatura y el arte son una forma de explicar ciertas cosas, pero luego la vida real no tiene un argumento, es un continuo y no tiene esa estructura.

 

¿ A que aspira Santiago Isla en los próximos tres años?

 

(Se ríe) La verdad es que tengo que confesar que me proyecto mucho al futuro y me visualizo, soy de los que suele ponerse objetivos que quiere conseguir con cada cosa que hace. Por ejemplo, cuando saco un libro mi objetivo es poder escribir el siguiente. Pero a raíz de la pandemia y del último año y medio se me ha olvidado un poco el largo plazo en general, lo que me apetece es pasármelo bien, estar en contacto con gente que me interesa y obviamente escribir y componer música. Pero la proyección quizás ya no sea tan amplia. Hay que reconocer que nos hemos acostumbrado a la incertidumbre, que es muy desconcertante pero que por otra parte va dar rienda a lo que yo considero una etapa más punk del presente. Cada vez se nota más el atracón de ganas de la gente por pasarlo bien.

 

 

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