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Trattoria da Carlo, il sapore di un arrivederci

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Tras 27 años llenando Valencia del más auténtico sabor napolitano, el año que viene Carlo y Adela colgarán las cucharas y se despedirán de su emocionada y fiel clientela.

El superclásico italiano de Valencia, la auténtica cucina della mamma que ha servido los tradicionales platos napolitanos sobre la mesa de Michael Jordan, Andy Murray, Pepe Reina o Zubin Mehta, entre otros sibaritas del comer, dirá su arrivederci el año que viene, cuando Carlo y su esposa Adela bajen la persiana del emblemático número 79 de Manuel Candela para jubilarse.

Dicen que las despedidas suelen tener sabor amargo, y –en parte– así es, pero en el recuerdo de todo aquel que haya pisado este coliseo del buen yantar no habrá lugar para el regusto amargo del adiós, porque el mal trago de la despedida quedará eclipsado por el recuerdo de auténticos sabores napolitanos que la Trattoria da Carlo ha brindado a sus comensales durante tres décadas.

La historia comienza un 13 de octubre de 1993 como un humilde negocio familiar de comida italiana para llevar. “En 1993 en España no había costumbre de comida para llevar, había muy pocos establecimientos así, la gente no estaba acostumbrada a llevarse la comida a casa”, nos explica Carlo.

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En 1994, el negocio se convierte en una pizzería y así perduraría hasta el 2000. “En el segundo milenio nace la trattoria”, recuerda Carlo. Ese año, el revolucionario cocinero Ferran Adrià le recomienda especializarse en la cocina típica napolitana, y desde entonces, la Trattoria Napoletana comienza a acercar a Valencia el auténtico sabor de Nápoles, y la apuesta no puede resultar más exitosa.

Una trattoria es una cocina de mercado. Así, en la Trattoria da Carlo siempre han escogido con mimo los productos de mayor calidad del mercado de la Lonja de Valencia para preparar sus platos típicos napolitanos: pasta con garbanzos, con marisco, pasta con guisantes, puchero napolitano… ¿Y la pizza? Su famosa pizza genuina, la que cocineros como Azrak o Ferran Adrià se levantaron a aplaudir. Pero los lunes, solo los lunes, y porque los clientes lo pidieron, porque una trattoria no es una pizzería, nos apunta Carlo, pero está tan buena que no podía negarse a hacerla.

Ahora, Carlo y Adela, el corazón y el alma de la trattoria, se preparan para colgar delantal y cuchara el próximo año y jubilarse. Sin duda, no serán pocos los que suspirarán por los platos de «la mamma». Todavía nos quedan unos meses para poder seguir disfrutando de su cocina. Aprovechémoslos.

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