Entrevista al ex ministro García Margallo. Toni Vivó, director revista Hello Valencia

“Antes de plantearme la ruptura de España me abro las venas”

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Al exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Gobierno de España, José Manuel García – Margallo, le duele una España fracturada y por ese motivo acaba de presentar el libro “Por una convivencia democrática”, una propuesta de reforma constitucional, que incluye un exhaustivo análisis previo de la situación y un nuevo articulado que ayude a resolver los grandes desafíos a los que se enfrenta España.

 

¿Este libro es la propuesta para reformar la Constitución Española de García – Margallo?

Es una reforma constitucional, que no un proceso constituyente. Es el punto de partida de una reforma total del Estado. Una regeneración democrática y una modernización económica a largo plazo, respetando los pilares básicos de la Constitución: la soberanía del pueblo español, la indisolubilidad de la nación, la igualdad de los españoles en derechos y obligaciones, y la solidaridad entre los territorios de España.

¿Por qué urge reformar la Carta Magna?

Hay que corregir los errores de diseño de fábrica, por ejemplo está sin resolver el tema de la sucesión de la Corona, con una preferencia del varón sobre la mujer; también nos encontramos con la cuestión de la investidura como comprobamos en las últimas elecciones; el Senado se ha confirmado una cámara poco efectiva porque no tiene una concepción territorial -la delimitación de competencias no se hizo de manera clara y eso ha contribuido ha aumentar la conflictividad- y, por último, no están bien establecidos los principios básicos de financiación autonómica para evitar los desequilibrios que se han producido y que en Valencia se entienden muy bien.

Estos son errores que venían de fábrica, ¿hemos ‘roto’ algo nosotros después?

Roto no, pero nos encontramos con defectos de funcionamiento, ya que a lo largo de 39 años hemos visto que no hay coordinación suficiente entre el Estado y las Comunidades Autónomas y, tampoco, entre las propias Comunidades Autónomas entre sí.

También han aparecido situaciones nuevas en todo este tiempo que no estaban previstas como la inclusión en la Unión Europea, el paso de una economía cerrada a una abierta, así como la aparición de derechos y libertades nuevos.

¿Toca actualizar la Constitución a una nueva realidad?

En algunos aspectos sí porque el mundo ha cambiado y tenemos que empezar a hablar de asilo, de inmigración, de la nueva definición de matrimonio, de empleo, de formación, de colocación, de igualdad, así como establecer nuevos derechos sociales para aquellos que se han visto sacudidos por una crisis y se sienten desamparados. Convendría incluir derechos políticos del estilo de buena gobernanza y transparencia, porque es evidente que existe un gran divorcio entre las instituciones y la ciudadanía.

Y toda esa actualización hay que someterla a votación para darle la oportunidad de decidir a quienes no pudieron votar la Constitución y tratar así de encauzar la cuestión catalana.

 

«No logro entender cómo no se suspende de sus funciones al presidente de la Generalitat, Puigdemont»

 

¿Todos esos aspectos están recogidos en su libro?

Están recogidos punto por punto, explicados, razonados y con un nuevo articulado completo.

¿Es por eso que Daniel Delacalle califica sus propuestas de renovación de valientes, porque va más allá del mero análisis de situación?

Efectivamente llego hasta el final con artículos precisos y concretos para dar más oportunidades a mis adversarios para criticarme -risas-. Hablar en términos políticamente correctos de temas muy generales es relativamente sencillo, lo complicado es mojarse y proponer soluciones concretas. Es como si le propongo poner una empresa juntos para ganar mucho dinero; hasta ahí todo perfecto ¿verdad?, ahora dígame cómo lo hacemos, que es lo complicado.

¿Hace mucho tiempo que usted veía venir esta situación en Cataluña?

En 2012 ya dije con aquella Diada que este era un tema muy serio y algún sector de mi partido se escurrió diciendo que estaba magnificando los hechos. Les dije que no estaba magnificando nada, que esto es como una riada que o la atajas antes de que la corriente te lleve a la desembocadura o lo tienes mal.

De hecho afirmaba guardar una reforma constitucional en el cajón. ¿La tenía de verdad?

La tenía en el cajón y en el cajón del Presidente del Gobierno porque se la di yo.

E incluso antes de la reforma de la Constitución hubiera hecho una reforma del sistema de financiación, quizá porque yo soy un español periférico y conocía lo que estaba sucediendo, por ejemplo, en la Comunidad Valenciana. Tenía claro entonces y lo tengo claro ahora que, como se dice en términos taurinos, o nos movemos nosotros o nos mueve el toro. Para intentar que no fuera el toro, elaboré una propuesta de reforma de la Constitución, reforma del sistema de financiación, una ley oficial de lenguas para cubrir el vacío del artículo tercero y todo el resto de propuestas que están en este libro y que están hace mucho tiempo negro sobre blanco.

¿Entonces Rajoy no le escucho en absoluto?

Parece evidente que no.

¿Y por qué cree que se le hizo oídos sordos?

Porque había parte del Gobierno que no compartía estas tesis y su opinión no reformista la hizo prevalecer sobre la mía. Ahora parece que ya estamos en otra era, porque he escuchado hace muy poquito que el Gobierno está dispuesto a hablar sobre la reforma constitucional y sobre la financiación. Nunca es tarde si la dicha es buena y eso me reconforta, aunque creo que si se hubiera hecho con tiempo no hubiésemos llegado a esta situación de crispación.

¿Piensa que el Partido Popular buscaba sacar un rédito electoral del desafío independentista??

Creo que nos equivocaríamos si midiéramos esto en términos de rédito electoral. Es un tema extraordinariamente serio como para intentar sacar una ventaja a corto plazo de una situación tan dramática como la que estamos viviendo. Evidentemente no soy socialista, pero comparto con Javier Fernández, el que fuera presidente de la gestora del PSOE, que cuando hay un conflicto entre tus intereses, los del partido y los de España, siempre deben prevalecer los intereses de España. Maniobrar en este tema a corto plazo me parecería muy irresponsable. Debemos conducir con luces largas hacia un proyecto de futuro importante.

 

“Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden”

 

 

¿Pero tanta inacción no le resulta chocante? Todos estábamos viendo que la educación y los medios de comunicación en Cataluña promovían la independencia y el “Espanya ens roba’.

Yo he ido a Catalunya a debatir muchas veces y alguna cicatriz guardo en el cuerpo por ello. Siempre he dicho que no se puede dejar a los catalanes que se sienten españoles totalmente desprotegidos, que hay que ir allí, discutir y decirles en qué están mintiendo y dónde están llevando a Cataluña. En definitiva hay que ir a plantar cara. Y eso teniendo claro que cuando estás en la arena y te echas la muleta a la izquierda te pueden cornear, pero yo no he estado nunca en política para mirar los toros desde la barrera, porque para eso me hago director financiero del Banco Santander.

¿Se ha sido demasiado tibios en Cataluña?

Eso lo dice el Evangelio: “Por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. La tibieza no es una virtud en política. Una cosa es el ponerse en el lugar del otro, escucharle y estar dispuesto a hacer concesiones recíprocas y otra es ser un político de plastilina. Cuando estás en política para hacer cosas tienes que tener muy claras tus convicciones.

¿Cómo el independentismo ha conseguido llegar tan lejos?

En este proceso ha habido varias fases, que no se entienden las unas sin las otras. Todo esto comienza con el proceso de construcción nacional que inicia Pujol, a través de instaurar en la educación y en los medios de comunicación un discurso de progresiva separación, cuando no de odio a España. Esto se acelera con la consulta de 2010 y la sentencia del Tribunal Constitucional de ese mismo año, que propicia una etapa de bloqueo e incomunicación total entre el Gobierno de la nación y la Generalitat Catalana; tensión que explota en 2013 con la declaración de Catalunya como nación soberana en el Parlament y se establece el inicio del proceso constituyente. De ahí pasamos a la ley de referéndum y, sobre todo, a la ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república catalana, es decir una declaración de independencia como no la hizo Companys en octubre de 1.934, que hablaba de la fundación de un ‘estat catalá’ dentro de la República Española. Aquí se quiere una ruptura total con España.

¿Lo calificaría de golpe de Estado?

Es un golpe de Estado en toda regla, en el que no sólo se discuten las normas de funcionamiento y de organización, es que se niega lo que los constitucionalistas denominamos el “demos constituyente”, el sujeto constituyente. La CUP quiere dinamitar una nación de 500 años de antigüedad, que no es poca broma.

Estamos escuchado críticas al Gobierno para todos los gustos, tanto por inmovilismo como por sobreactuación policial. ¿Le parecen justas?

La obligación de un gobierno es hacer cumplir la ley cueste lo que cueste. Esa es la primera condición. Seguramente no será suficiente y después habrá que hacer una oferta a la sociedad catalana para intentar atender los motivos de esa desafección, sin tocar los pilares básicos de la nación española.

Yo, aún siendo hombre centrista y moderado, sería mucho más contundente. No logro entender cómo no se suspende de sus funciones al presidente de la Generalitat, Puigdemont. Cuando alguien está en un golpe de estado permanente, lo primero que hay que hacer es quietarle el mando. Quizá sea mejor que lo haga el Tribunal Constitucional, pero si no lo hace hay que aplicar el Artículo 155, que para eso está. Lo que no puedes es levarte cada mañana permitiendo un paso más en el desafío independentistas sin que lo atajes, más teniendo en cuenta que la inhabilitación, de producirse, sería dentro de unos dos años. Al final nos va a pasar como a aquel médico de pueblo que decía: muerto el enfermo, suspender la medicación.

 

«La CUP quiere dinamitar una nación de 500 años de antigüedad»

 

El libro analiza una hipotética Catalunya independiente y su posición en la Unión Europea. En este sentido, Oriol Junqueras hace unos días en televisión puso el ejemplo de Lituania, que ya forma parte de la Unión. ¿Le parece válida la comparación?

En absoluto. De entrada, en la constitución de la Unión Soviética estaba prevista la autodeterminación de los pueblos y, por tanto, el derecho de secesión. Además, en términos estrictos Lituania, Estonia y Letonia no se independizan ejercitando ese derecho constitucional reconocido, sino que lo hacen denunciando el pacto Ribbentrop-Molotov de 1.939. Lo que hizo la Unión Soviética es explotar, así que tratar de buscar un parecido es absurdo. Oriol Junqueras, que es historiador, debe saber que Lituania estuvo sometida a un régimen de opresión comunista que no tiene nada que ver con lo que está ocurriendo en Cataluña.

Bueno, hay quien en Cataluña esgrime un argumento de opresión por parte de España…

Naciones Unidas dice claramente que prevalece el principio de integridad territorial frente a la autodeterminación de los pueblos salvo en tres supuestos: colonias, territorios ocupados militarmente y territorios donde no se reconozcan los derechos a los ciudadanos. Los países bálticos reunían dos de los tres requisitos. Yo acabo de estar en Cataluña y la verdad no me parece ni una colonia ni un territorio ocupado ni que sus ciudadanos carezcan de derechos. Buscar algún tipo de similitud es hacer un ejercicio de ‘realismo mágico venezolano’ al estilo de Pablo Iglesias.

Usted que conoce muy bien los entresijos de la Unión, ¿cómo ve Europa todo este lío?

Pues teniendo en cuenta lo que se le viene encima con el Brexit, los referéndum consultivos en el Véneto, que naturalmente se declaran anticonstitucionales y sin efecto; la petición de separación por parte de Baviera, que el tribunal constitucional alemán declaró nula; la situación de Serbia dentro de Bosnia Herzegovina que amenaza con más fragmentación en los Balcanes; el posible referéndum en el Kurdistán, que incendiaría Oriente Medio porque crearía un efecto imitación en Siria y Turquía… pues digamos que el tema de la fragmentación no le gusta mucho… o más bien nada de nada.

Bueno vamos a dejar a un lado el ‘temita’ catalán que empieza a cansarnos a todos y (…)

¡Eso es malo! Me preocupa mucho que la cuestión catalana deje de ocupar un lugar preferente y por hastío se instaure el discurso de que si se quieren ir que se vayan pero que nos dejen en paz. Que esta generación dinamite un país de 500 años no sería para estar demasiado orgullosos. Si ellos son pesados, nosotros más.

Desde luego no lo sería, pero ya que nos ponemos patriotas vamos a por Gibraltar, ¿español?

Nos encontramos ante la posibilidad histórica más importante que hemos tenido de recuperarlo desde 1.703 en que fue ocupado el peñón. Lo mismo que Margaret Thatcher exigió que se abriera la verja para que España pudiera tener acceso a la Unión Europea, nosotros tenemos que exigir la descolonización de Gibraltar, como estipula la legislación de Naciones Unidas.

El Brexit nos brinda una oportunidad de oro porque Reino Unido dejará de ser un estado miembro y, por tanto, los tratados de la Unión dejan de aplicarse en Gibraltar. Por ese motivo estamos ofreciendo una cosoberanía con los británicos. Los gibraltareños tendrían la doble nacionalidad, por lo que seguirían formado parte de la Unión Europea, y contarían con un régimen económico especial y un estatuto de autonomía propio. Además, Gibraltar con Rota podría convertirse en una base muy importante en el Mediterráneo para la Alianza Atlántica y los EEUU, todo ello acompañado de un desarrollo integral de la zona, para que junto a Ceuta pueda competir con los grandes puertos europeos. Además a los valencianos nos vendría muy bien porque eso pasa por el Corredor Mediterráneo.

Ahora que comenta lo de “los valencianos”, ¿de dónde es usted en realidad? Su biografía dice que madrileño pero siempre le escucho decir que es valenciano.

A mí se me ocurrió nacer en agosto y por aquélla época mi familia veraneaba en Benidorm. De hecho yo pasé los primeros nueve veranos de mi vida en Benidorm, cuando Benidorm no era nada. Después pasé media vida por todo el mundo y siempre quise volver a Valencia, hasta que lo conseguí. Me casé aquí y llevo 40 años veraneando en Jávea. Como Serrat, nací en el Mediterráneo y lo que más me gusta es su luz y navegar a vela. La verdad es que me siento muy de aquí.

¿Y siente que la Comunidad Valenciana está infrafinanciada?

Nunca he sido dudoso en ese sentido, lo he defendido cuando era ministro y lo sigo denunciando ahora. Tendremos que alzar la voz porque no tiene ningún sentido que siendo una Comunidad más pobre que la media, es decir que tenemos una renta per cápita más baja que la media, tengamos menos recursos por población ajustada que ninguna. Es que somos exactamente los últimos y encima en las inversiones previstas en los presupuestos, que van al margen del sistema de financiación, tampoco se nos compensa.

Tendremos que decirlo más alto a tenor de los resultados.

Así es, yo no me he callado nunca. De hecho, aunque le aprecio mucho personalmente, mis enfrentamientos públicos con el Ministro de Hacienda en este sentido son más que conocidos.

¿El ‘chantaje’ catalán nos puede perjudicar todavía más a los valencianos?

Las soluciones que planteo en este libro desde la reforma constitucional, a la ley de lenguas y el sistema de financiación no son una respuesta al chantaje catalán. Se deben buscar soluciones para toda España. El reconocer derechos de nueva generación, el hacer del Senado una cámara de cooperación, el reconocer el papel de las comunidades autónomas en la toma de decisiones en la Unión Europea, el delimitar claramente las competencias, etcétera, son una respuesta a las nuevas necesidades de España, no al chantaje catalán. Y además las tendremos que votar todos. ¿No quieren votar? pues votaremos, pero la reforma constitucional.

¿Pero comparte el miedo de que el Gobierno ceda todavía más para acallar a los independentistas?

Eso no puede ser porque sería un incentivo a crear chiringuitos partidistas regionales. Eso es un disparate y yo no he estado por esa labor nunca. Creo firmemente en los principios de igualdad, de subsidiariedad y de solidaridad. Sin ir más lejos en la presentación del libro en Alicante estaban Ximo Puig, Fernando Eguidazu, César Sánchez y Marta Martín, y les insté a todos ellos a buscar en el libro una sola concesión en ese sentido.

Y vamos al otro extremo, ¿saldría Valencia beneficiada de una supuesta secesión catalana como dicen algunos?

Estamos hablando de cosas muy serias, ni más ni menos que de la unidad de la nación más antigua de occidente. No hay supuesta ventaja económica que pueda compensar el daño moral que supone el suicidio de España. Las naciones no se suicidan.

¿Entonces ni nos lo planteamos?

Antes de plantearme la ruptura de España me abro las venas.

Sr. Margallo usted era amigo de Rita Barberá, ¿siente que su partido y los valencianos le dimos la espalda?

Era muy amigo, aquella noche sin ir más lejos iba a cenar con ella. Hice una entrevista mucho antes de saber lo que desgraciadamente pasó y el titular venía a decir algo así como: “Los que antes la subían a los altares, ahora fingen no conocerla y le vuelven la espalda”. Lo que le pasó fue una enorme injusticia. Estamos hablando de una donación de 1.000 euros para una campaña electoral y se quiso hacer de Rita Barberá el icono de la corrupción en España. Solo hay que ver cómo vivía Rita en su casa de alquiler de toda la vida, tenía el mismo coche de siempre y veraneaba en Jávea en casa de su hermana. ¿Dónde estaba el enriquecimiento personal que decían?

 

«Si alguien ha defendido siempre a Rita Barberá he sido yo»

 

Sabe que se intentó escenificar en su amigo Margallo ese supuesto abandono a través de un vídeo de la Sexta en el que se le acusa de “hacerle la cobra” o “el despistado”, según el propio Íñigo Errejón.

Yo salía de las Cortes, no la había visto, entonces ella me llama: «Margui, Margui, que no me has saludado”, le di un abrazo y le dije mañana cenamos, porque iba a cenar con ella y con Pedro Agramunt. Otra cosa es coger un vídeo sesgado y decir lo que se quiera, porque si alguien ha defendido siempre en público y en privado a Rita Barberá he sido yo.

Enlace al vídeo:https://www.elplural.com/politica/2016/11/18/asi-fue-el-frustrado-intento-de-cobra-de-margallo-la-apestada-barbera

A este respecto, ¿qué le parece la política de Twitter que está tan de moda?

El tratar de reducir problemas complejos a 140 caracteres es muy peligroso y además teniendo en cuenta que se ponen titulares muy llamativos para que pinches y que después la noticia no suele tener nada que ver. Que la primera potencia del mundo esté gobernada a través de Twitter es algo que me preocupa.

¿Quién le gustaría en particular que leyera su libro?

Todos los españoles, de hecho el libro está dedicado a todos los que tienen a España y Cataluña en el corazón. Después a las personas que tenía especial interés en que lo leyeran se lo he enviado. Se lo he hecho llegar al Rey Felipe, a Don Juan Carlos, al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a Albert Rivera… y al resto de personas que pienso tienen la responsabilidad de dirigir la nación.

Y me encantaría que lo leyeran porque es un elemento de reflexión. A los que nos preocupa el futuro de España y de Cataluña tenemos la obligación de aportar las soluciones que se nos ocurran. Ahora bien, como decía Keynes, tú puedes llevar el caballo a la fuente, lo que no puedes es obligarle a beber.

¿Esta propuesta de reforma constitucional está pensada para: a) Complacer a todos. b) Gustar a unos más que a los otros. c) Disgustar lo menos posible a todos por igual?

Yo fui constituyente y esta reforma está muy pensada para hacer lo que hicimos en 1.977 y que es lo que está escrito en la lápida del Adolfo Suárez: “La concordia fue posible”. Para ello, para que reine la concordia, hay que respetar tres reglas: La primera es que de la ley a la ley y pasando por la ley, y no por los atajos que está pretendiendo Puigdemont. La segunda es consenso, ponerse en el lugar del otro para realizar concesiones recíprocas pensando en lo mejor para España y lo tercero es reformar solo lo que ha funcionado mal y no tocar lo que ha ido bien, que es mucho teniendo en cuenta que hemos vivido los 39 mejores años de nuestra historia.

Para terminar, ¿le duele España?

Me duele porque para un constituyente esta fractura que se está produciendo en Cataluña es muy frustrante. Pensábamos que habíamos logrado terminar con ese mito de las dos Españas. Que ese arroyuelo liberal del que hablaba Azaña en 1.931 se había convertido por fin en un gran río y ahora vemos que estamos otra vez en ese enfrentamiento que afecta incluso a las familias.

El libro recoge el dicho catalán que asegura que hacen más ruido dos que chillen que cien que callen. ¿Toca gritar bien fuerte España?

Yo nunca he parado de gritar. Me interpelaron en las Cortes que yo estaba utilizando el Ministerio de Exterior para contar el relato español y yo les contesté que naturalmente, que no pensarán que me habían elegido para dinamitar España. Hay que gritar alto y fuerte que somos un gran país. Hay una frase de Blas de Lezo, que yo tengo en mi Twitter como frontispicio, que reza: “Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden”.

#PorUnaConvivenciaDemocrática

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