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David Trueba: “Los grandes humoristas son eternos”

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El director David Trueba estrena Saben aquell en Valencia, un biopic sobre los inicios del emblemático cómico Eugenio, interpretado por David Verdeguer. Junto a Carolina Iglesias, que da vida a la mujer que marcó su vida, Conchita Alcayde, son los dos protagonistas de una película que ahonda en el lado más íntimo de un personaje que un día, casi por obligación, se subió a los escenarios a contar chistes.

David, cuéntanos cómo ha sido contar la vida de uno de los cómicos más emblemáticos de nuestro país.

El proyecto llegó a mis manos bajo una premisa biográfica y al principio lo rechacé. Pero fueron muy insistentes y les repliqué que no me gustan esas películas centradas en la vida completa de un personaje, para eso está la Wikipedia (se ríe). Entonces me dejaron libertad para empezar de cero y ahí fue cuando me encontré con ese Eugenio que conoce a Conchita un día cualquiera y su vida cambia para siempre, ya que él trabajaba entonces en un taller de joyería y de pronto se encuentra a esa mujer que canta con la guitarra por los locales de Barcelona, aprende a tocar y a los pocos días se enamoran. Eso le lleva a la vida del espectáculo, y es en esa franja de la vida con ella en la que se resume la esencia del personaje.

Y también es su faceta quizá algo más desconocida.

Si, es su faceta menos conocida, pero no me atraía por eso sino por ser la fundamental, ya que lo que conocíamos de él es su actuación, pero no el mundo que hay detrás, su caída, que son aspectos que llaman mucho la atención. Es difícil mantenerse vitalmente en el mundo del espectáculo, ya que es un reto. Por eso, a la gente le sorprende lo que hay detrás de todo eso. Lo más importante es cómo se construye el personaje, cómo llega hasta ahí, descubriendo lo que hay detrás. La película termina cuando eso se logra y esa es la parte que más me interesaba.

Además, Eugenio revolucionó el humor en aquella época. De repente un catalán serio hacía reír a todo un país.

Él nunca se había planteado dedicarse a estas cosas. Era una persona muy divertida en su intimidad, con mucha ironía, pero a la vez reservada y seria. Mientras ellos actuaban, él logró romper hielo y la gente empezó a descubrir ese humor tan enigmático. Esos momentos en el escenario, cuando ellos cantaban, había una desatención por parte de la gente, que estaba un poco a su rollo. Cuando él hablaba, la gente se giraba a escucharle. Estaba claro que les gustaba oírle. Eso es bastante cruel, porque les va anulando como dúo, y de ese conflicto nace su dolor interno y su sacrificio. Es la mujer a la que más quiso y el azar los llevó a tener que vivir separados. Esta es una película que contiene los elementos de una peli de ficción, y eso es lo que más te aleja de la peli ‘oficial’.

De hecho, ahora parece que está muy de moda hacer biopics.

Si, por supuesto, y creo que viene de la necesidad de gran parte del público por las historias reales. Hay una sobrevaloración de ellas, como si estuviesen por encima de las historias de ficción. Me parece un acercamiento infantil a la lectura porque no se trata de novelas que sirvan para conocer la función de las personas reales: para eso hay otros elementos. Sin embargo, a través de la ficción hemos sabido contar las historias reales y las épocas mejor que en los libros de historia, pero lo hemos hecho en general a través de personajes de ficción que acaban por ser reales por la potencia que tienen (como es el caso de Shakespeare o Cervantes). Yo me he llevado la peli de Eugenio hacía el territorio de la ficción: un film que pudiera funcionar, aunque el espectador no supiera quién es Eugenio, y de ese modo que pueda verse fuera de España. Mal trabajo haría si no puedo transmitir con esa película en Francia, porque no saben quién es Eugenio. Al revés, esa curiosidad que les va a generar es más interesante. Yo construyo así y por eso digo que se parece más a una historia de ficción que a una biográfica.

De hecho, por ejemplo, has dirigido los documentales La Sagrada familia y Sofía y la vida real, ¿qué diferencias hay entre rodar este género con respecto a esta película?

Cuando hacemos referencia a una película interpretada por actores la llamamos ficción. Es el caso de Elvis, o La red social, en realidad son Mark Zuckerberg o Elvis Presley, debería ser como un documental o una peli real, pero la gente entiende el código de la ficción, que es una historia con personajes. Yo le llamo teatralización: estamos hablando de ficción y así debe ser tratada. Lo peor que puede pasar, por ejemplo, en una adaptación literaria, es que sea como la propia novela. Las pelis tienen que volar. En este caso, se trata de un Eugenio ficticio, interpretado por un actor o una actriz que hace de su mujer, en un entorno recreado.

¿Y cómo ha sido trabajar con David y Carolina? En el caso de David es como si estuviéramos viendo al mismísimo Eugenio. La mimetización es casi perfecta.

Si, desde luego. El trabajo con ellos espectacular. Pero porque son buenos actores, que te hacen el trabajo más fácil. Yo les ayudo a que se sientan con el impulso para triunfar, para darle al personaje ese escaloncito que le puede faltar, y eso me encanta: cuando lo haces con actores desconocido es muy evidente porque no les han visto antes, pero con actores conocidos también es bonito porque se levantan cuando cogen impulso. Yo les digo que van a salir reforzados. A mí el éxito me parece una horterada, algo que te degrada. Y les digo que todo el éxito se lo van a llevar ellos, que tendrán que lidiar con él y yo me voy a quedar tan tranquilo en casa y en mi mundo (se ríe)

¿Cómo ha sido el trabajo de documentación?

Pues he tenido que oír muchos chistes (se ríe). No ha sido un proceso más complicado que en otras películas, quizá la época le da esa complicación, aunque habla de los diez primeros años de mi vida, entonces tengo un recuerdo vivo en casa con mi familia, unos elementos que parte del equipo (más joven) desconocía. Con respecto a Eugenio hay una parte de documentación importante, pero no la he sentido como una losa o algo que te maniate, sino que me ha permitido ir más lejos. Porque al final las películas tienen que volar solas. La parte más cosmética es importante, en el caso de David, por ejemplo, conseguir que en un minuto se reconozca la veracidad del personaje, y por tanto, dejen al actor suelto que lleve la trama.

Además, hablar de Eugenio también es hablar historia, de una época de transición, del final de la censura, de la televisión.

Si, es una época muy golosa. Se mantiene poco viva porque hubo mucha transformación en las ciudades. Por ejemplo, en Valencia o en Barcelona, es más difícil de recrear que la Guerra Civil, porque los 70 aún no tienen valor histórico, no ha pasado el tiempo suficiente. En ese sentido, con la cámara no podías chutar hacia ningún lado porque todo está transformado. Así que te rompes la cabeza para darle esa credibilidad.

El humor ha cambiado mucho desde entonces. ¿Qué opinas de él ahora? ¿Crees que ahora un personaje como Eugenio estaría bien visto?

Fíjate que en esa prospección de los chistes de Eugenio, el grueso es el chiste que tiene que ver con los juegos de palabras, con el absurdo. No hay desprecio o burla (a los homosexuales, a los tartamudos o a los defectos físicos), ni tampoco sexismo. Son chistes de pareja, pero ambos sexos son igualmente ridículos, humor sobre la convivencia. Los chistes son muy actuales, lo que pasa es que están muy explotados, no tienen el efecto que tenían por primera vez. Los grandes humoristas son eternos porque el humor no se inventa, se recicla. Se ha investigado mucho sobre dónde nace el humor. Y hay que remontarse a la antigua Roma (como se dice en la película fue precisamente el padre de Alejandro Magno el primero en encargar una antología de chistes). Es sorprendente que muchos de ellos transformados se usen hoy en día. El humor es una fuerza que está siempre y cumple siempre la misma función: rebelarse contra el poder, contra la muerte y contra lo sagrado. Dime aquello de lo que no se pueda hablar y haremos un gran chiste de ello. Cuando la gente se queja de la hipersensibilidad de hoy en día es porque no han encontrado de que hacer el humor hoy en día. No se puede hacer humor sobre el pasado porque ya no tiene gracia, o sobre los conflictos de otros. Cada uno debemos experimentar el humor contra uno mismo, la autoflagelación: un país debe reírse de sí mismo no del de al lado, ya que humillar al otro no tiene gracia. Y luego está el humor de los poderosos contra los débiles, que ha existido y existirá, pero es repugnante.

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Fotografía: María Selva

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